17. Matías

5.8K 310 50
                                    

—No me jodas —susurré hacía Matías cuando vi a una Tokio borracha salir del ascensor.

—Ya tenemos al primer soldado caído —Matías se burló de ella por lo que le di un golpe leve en el hombro.

—¿Qué haces? —Nairobi se acercó a ella quitándole la máscara para bucear que había cogido.

—¡Nairobi! —contestó alegre mientras la abrazaba.

—¿Qué mierda Tokio? —Me acerqué a ella cruzándome de brazos.

—¡Lima! —Alargó la última letra de mi nombre antes de lanzarse a mis brazos—. Que ya estamos las tres solteras —Me tomó de las mejillas mientras hablaba.

—¡Uf! —Hice una mueca debido al olor a alcohol que emanaba de su boca.

—Ya podemos ir a comprar los gatitos —dijo risueña.

—Ya cariño, ¿qué ha pasado? —Nairobi preguntó apartándola de mí.

—Nada tía, pues que el amor se acaba —contestó con simpleza.

—Ya —murmuré comprendiendo por donde iba la cosa.

—¿Eh, chicos? —Tokio habló ganándose la atención de todos—. Que hemos venido aquí con la caballería —Fingió sonidos de relinchos mientras reía—. Para que me manden a la mierda —Finalizó mientras se balanceaba debido a la borrachera.

—¡El horno! —Nairobi la apartó antes de que se quemara con uno de los hornos—. Vamos a ver, mira, vas a subir arriba y te vas a tomar un cafelito —La mujer la tomó del rostro para centrar su atención en ella.

—Y luego vamos a subir y vamos a hablar —Agregué.

—No, café no, que vomito —Se quejó.

—Pues vomita mi vida —hablé fingiendo felicidad.

—Shhh —Tokio me calló levantando su dedo índice.

—¿Qué? —pregunté confundida.

—Me voy a dar un baño —contestó soltándose del agarre de Nairobi.

—Que baño ni que baño, que estás borracha como un piojo —Nairobi intentó detenerla mientras yo me giraba a ver a Matías reírse, rodé los ojos antes de ayudar a retener a Tokio.

—Que sí, que me voy a dar un baño, necesito el agua y estar en la oscuridad, ¡flotando! —habló entrecortadamente debido a la fuerza que ejercía para soltarse de nosotras.

—Un poquito de ayuda no nos vendría mal —Miré a Matías en busca de ayuda a lo que él se encogió de hombros.

—Cálmate, y ahora vamos las dos y hablamos —La empujé para que dejara de caminar.

—Como tú estás enamorada del fundidor entrometido, ¿no? —Me señaló refiriéndose a Matías.

—Tokio cállate —hablé enojada mientras negaba con la cabeza.

—¡Que lo sepa todo el mundo!¡Que te quiere a ti Mati...! —Le tapé la boca antes de que siguiera hablando.

—Ya estuvo bien —Quité mi mano de su boca con brusquedad.

—Pero yo, tenía una historia buena de amor —Siguió hablando como si fuera a llorar—. Me voy a bañar —No la retuve, pues me sentía culpable de cómo la había empujado hace unos segundos.

Tokio apenas alcanzó a dar unos pasos cuando Bogotá la alzó en uno de sus hombros para llevársela, Nairobi negó repetidas veces mientras yo intentaba evitar la intensa mirada de Matías sobre mí.

—Por fin sirves para algo grandulón —Me burlé, Bogotá me sacó el dedo de en medio haciéndome reír.

—¡Radio! —Nairobi le ordenó a Matías ya que ambas nos encontrábamos con el mono hasta la cintura debido al calor, Matías obedeció su orden y al pasar junto a mí chocó nuestros hombros para seguir con la mirada a Tokio—. Denver, baja inmediatamente a por Tokio.

—Pero bueno, ¡morenazo! —Tokio gritó haciendo que inevitablemente los celos crecieran en mi interior.

—Pero déjala hombre, que está muy graciosa —Matías contestó con una sonrisa ladeada.

—Cierra la puta boca Matías —Bogotá lo reprendió.

—Si quiere bucear yo le enseño —Insistió sin borrar la sonrisa de sus labios, Nairobi notó mi mirada sobre él por lo que le pegó en el hombro.

—Mira, tu cierra la boca y te vas a trabajar porque cobras —Matías levantó las manos como si fuera inocente y retrocedió hasta llegar a mi lado

—¿No me acompañas Lima? —Me tomó por la cintura dándome la misma sonrisa que a Tokio, aparté sus manos dándole una mala mirada.

—¿Es que tú eres idiota o te haces? —Matías me miró sin entender, simplemente lo miré decepcionada y me alejé.

—Pero ahora que hice mal —Se quejó.

—Todo Matías, todo haces mal —Bogotá llegó a su lado asustándolo.

—¿Cómo que todo? —preguntó sin dejar de seguirme con la mirada.

—Que acaba de confirmarte que le gustas y tú vas y le dices eso a Tokio —Nairobi se entrometió en la conversación.

—Pero era un chiste, que a mí también me gusta —Matías comenzó a sentirse culpable al entender la situación.

—Entonces es mejor que le pidas disculpas tigre —Nairobi lo empujó alentándolo a ir hacia mí, él caminó inseguro hasta pararse a mi lado pero decidí ignorarlo.

—Oye Lima —habló mientras yo caminaba lejos de él—. Oye, que la cagué pero...

—¿De qué hablas? —Giré mi cuerpo completamente hacia él—. Si tú y yo no tenemos nada Matías —pronuncié su nombre amargamente.

Él se quedó en silencio sin saber que decir por lo que rodé mis ojos ante su comportamiento, estuve por irme cuando me tomó de la cintura para juntar sus labios con los míos, dejé llevarme por mis emociones y lo besé con necesidad por unos cortos segundos.

—De esto hablo Lima —Acarició mi mejilla cuando nos separamos.

—¿Tanto te costaba admitirlo a ti? —Sin esperar su respuesta volví a juntar nuestros labios.

—Que a ti también te enseño a bucear —habló entre besos.

—No la sigas cagando —rogué separando nuestros rostros.

—Ya, en silencio si tú me lo dices —Levantó sus manos como antes, a modo de inocencia, haciéndome reír.

—Bueno, ya se confesaron, se aman, ahora a trabajar parejita —Nairobi nos separó, asentí antes de caminar hacia mi lugar mientras Nairobi retenía a Matías por el hombro.

—La veo soltar una sola lágrima por tu culpa y te meto la cabeza en los calderos —Nairobi amenazó antes de empujarlo hacia mí, él asintió asustado para seguir con su trabajo.

La Casa de Papel - One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora