30. Denver

7K 298 5
                                    

Estaba sentada junto a Tokio, quien parecía estar bastante triste, sin saber que hacer me dediqué a beber de mi cerveza por unos pocos minutos hasta que Nairobi entró a la habitación notando el ambiente pesado por lo que trató de animar a la de cabello corto.

Me levanté para darles un poco de privacidad mientras hablaban, dejé la botella vacía sobre la mesa antes de caminar hacia Denver, quien estaba parado en una esquina de la habitación.

—Amor, ¿dónde está Cincinnati? —pregunté mientras me acercaba a él.

—Creo que se lo ha llevado Helsinki —contestó dejando un beso sobre mi cabeza mientras me rodeaba con sus brazos para atraerme a su pecho.

—Bueno, vamos a traer el pastel —hablé emocionada soltándome de su agarre.

Justo cuando terminé de decir aquellas palabras Bogotá, Palermo y Helsinki cruzaron la puerta de la habitación con varias cosas en sus manos.

—Mira qué cacho de torta de cumpleaños —Bogotá habló enseñándome un pastel lleno de velas.

—Las velitas, mira —Le señalé a Cincinnati mi pastel, Denver lo tomó en brazos para que ambos sopláramos las velas al mismo tiempo.

—¡Bravo! —Denver gritó moviendo a nuestro hijo de lado a lado.

—Bravo —Repitió Bogotá animando a todos a aplaudir.

—Todo el mundo a la mesa —Denver indicó por lo que le recibí algunas cosas a Helsinki para acomodarlas sobre la mesa mientras el serbio dejaba a Cincinnati en un cochecito para que durmiera.

—¿Qué cojones es esto? —Bogotá preguntó al ver la comida que habíamos preparado.

—Alcachofas —contesté obvia.

—¿Alcachofas? ¿Y algo de alfalfa no había o qué? —preguntó viendo la comida con desagrado.

—Los monjes nos dieron verduras y había que aprovecharlas, además fue un bonito gesto —contesté calmada.

—Eso y que eres vegana —Denver llegó a mi lado pasando su brazo por mi cintura.

—Y siempre me toca comer su comida así que hoy es mi cumpleaños y se come comida vegana —Señalé la comida feliz.

—No te dejamos preparar la comida porque los veganos son los nuevos talibanes —contestó Bogotá.

—¿Qué? —pregunté confundida.

—Terroristas —respondió seguro de su respuesta.

—¿Qué dices? —Denver le preguntó enojado.

—Nos vais a matar de aburrimiento —contestó él a lo que solté una risilla por su actitud.

—De aburrimiento, ¿por qué? —preguntó Lisboa.

—Todo lo sano es aburrido —respondió mientras Denver me acercaba a su cuerpo en un abrazo de medio lado—. Nadie dice a sus amigos: venid, que me han salido cincuenta kilos de alcachofas buenísimas, porque comer alcachofas no es divertido —Denver se rio en su cara a modo de burla—. Lo divertido es irse a casa de un amigo y comerse un cabrito, un cochinillo, o juntarse cincuenta tíos en una casa de pueblo y comerse una vaca, eso es lo divertido.

—Oye no hables así del pobre animalito —Lo señalé ganándome un sonido de aprobación de Marsella.

—Que lo siento por la vaca, pero eso al ser humano, le une, la carne une, la vaca une, la alcachofa... separa —Finalizó a lo que negué desaprobatoriamente.

—Pues no sé yo entonces por qué dicen eso de: come sano, come coño vegano —Nairobi defendió mirando de arriba abajo a Bogotá.

—Puedo comprobar eso —Denver rio haciendo que mis mejillas se sonrojaran levemente.

—Yo por ti me hago vegano, mi amor —Bogotá le contestó a Nairobi por lo que todos nos quedamos callados sin saber que decir.

—Ni con un palo, mi vida —Nairobi respondió haciendo que riéramos.

—Profesor, ¿qué probabilidades tenemos de salir con vida del banco? —Tokio preguntó arruinando el ambiente feliz que se había formado.

—En estos momentos, yo diría que... menos de un cincuenta por ciento —contestó a lo que todos nos miramos intentando ocultar la preocupación en nuestras miradas.

—Pues entonces yo voy a aprovechar para decir una cosilla —Denver sacó un cigarrillo de su boca, que no había notado que tenía, para hablar—. Bueno, no lo voy a decir yo, pero es como si lo fuera —Se alejó para poner una de las canciones de Moscú.

—Esta es mi favorita —susurré cuando volvió a mi lado.

Denver comenzó a cantar siendo seguido por todos, a la mayoría de nuestras memorias vino el recuerdo de Moscú antes del primer atraco.

—María, mi vida, mi amor, no dejaré de quererte —Denver cantó llevándome al centro del lugar para empezar a bailar.

—A balazos te perdí, ya no volverás a verme —Continúe para abrazarlo y dejar un beso en sus labios—. Odio el sabor a cigarrillo —hablé limpiando mis labios con asco para molestarlo, Denver negó con la cabeza mientras volvía a besarme.

Todos se empezaron a unir a nosotros bailando de lado a lado mientras cantaban con la voz de Moscú de fondo, Denver reía mientras Tokio nos miraba melancólica.

—Ven, a bailar —Tomé a Cincinnati al ver que estaba despierto.

—No me dejen fuera del momento familiar —Denver llegó a abrazarme por detrás para bailar junto a nosotros—. Te amo Viena —susurró antes de dejar un beso en mi frente.

—Y yo a ti Denver —Le devolví el beso en la mejilla para seguir festejando.

La Casa de Papel - One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora