74. Berlín I

5.5K 292 16
                                    

Me encontraba recargada sobre una pared mientras veía a Berlín hablar con el profesor, aunque lograba escuchar claramente lo que contestaba no entendía muy bien la situación de la que hablaban, cuando el hombre cortó la llamada me acerqué para preguntar que sucedía.

—¿Y bien? —pregunté parándome del lado contrario de la mesa.

—La inspectora va a entrar, así que quiero a todos en posiciones lo más rápido que se pueda —informó mientras tomaba su pistola.

—Bien, yo me encargo —contesté dispuesta a salir de allí para avisar a los demás.

—¡Eh! Espera —Berlín me detuvo por lo que me giré a verlo—. Hoy te he visto por menos de diez minutos y ni siquiera me has saludado como se debe.

—Estamos en medio de un atraco —Rodé los ojos mientras cruzaba mis brazos sobre mi pecho—. Y por si no lo sabías, todos hemos dormido como una hora y lo que menos me apetece ahora mismo es tener que escuchar tus intentos de coqueteo, anciano.

—¡Oh vamos! —Berlín insistió con una sonrisa burlona mientras se acercaba a mí—. Estando malhumorada te ves muy linda —Una pequeña sonrisa se formó en mis labios al escuchar sus palabras.

—Idiota —susurré antes de ponerme en puntitas y dejar un casto beso sobre sus labios—. Ahora a trabajar.

—Pero eso ha sido apenas un roce, esos no son los buenos días que me merezco —Berlín me retuvo por la cintura al notar mis intenciones de salir de allí.

—Tienes razón —murmuré tomando sus manos para apartarlas de mi cintura—. Te mereces algo más como esto —Rápidamente caminé hacia la puerta para sacarle la lengua y el dedo de en medio antes de huir de allí.

—¡Potsdam, eres una inmadura de mierda! —Escuché su grito a lo lejos por lo que reí.

Después de caminar por varios pasillos y avisar a todos del plan que debíamos poner en marcha, me dirigí a la entrada donde se supondría estarían Berlín, Tokio, Río y Helsinki.

—¿Tú qué haces aquí? —Berlín preguntó cuando me vio entrar al lugar.

—Cumplir mi parte del plan —contesté obvia acomodando el rifle sobre mi hombro.

—No, tú te vas a quedar arriba con Nairobi cuidando a Parker —contradijo tomando el rifle de mis manos.

—No me jodas Berlín —respondí empezando a enojarme—. Es una puta inspectora que va a entrar sin armas, no voy a quedarme haciendo de niñera.

—No me jodas tú a mi Potsdam, he dicho que vas a ir arriba —ordenó en un tono de voz elevado.

—¡Por favor! —Escuché la voz de Nairobi a mi lado por lo que aparté mi mirada de Berlín—. No vayáis a empezar una de vuestras peleas de parejita.

—Nairobi, arriba con la niña —Berlín ordenó ignorando sus palabras—. Y tú con ella —Me tomó del brazo pero negué soltándome de su agarre.

—Hablamos esto antes de entrar a este jodido banco, vamos a seguir con el plan como si tú y yo fuésemos simples cómplices de atraco —susurré para que solo él pudiese escucharme.

—Potsdam por favor —rogó pero volví a negar—. Si esa inspectora trae micrófonos o algo imperceptible a la tecnología de Río podría ver quién eres.

—Berlín —Tomé su mano mientras hablaba con voz tranquila—. Vamos a seguir con el plan como si fuésemos cómplices de atraco—Acaricié el dorso de su mano intentando calmarlo—. Te prometo que todo va a salir bien —Finalmente él asintió de mala gana.

—Solo pido una cosa, ni se te ocurra hablar —Asentí por lo que él dejó un beso en mi frente antes de alejarse para ponerse en posición.

—¿Ya terminasteis la discusión de matrimonio en crisis? —Nairobi preguntó a lo que no pude evitar reír.

—A ti que te importa, ve a ser la niñera del corderito —contesté mientras veía a Berlín y los demás posicionarse en sus lugares.

—De verdad que no entiendo porque estás con un tipo como él, te mereces más —Nairobi acarició mi cabello antes de desaparecer por las escaleras del hall.

—Nadie lo entendería —susurré para mí misma sin poder borrar mi sonrisa enamorada al ver a Berlín.

—¡La inspectora se aproxima!¡Todos en posición! —Berlín gritó por lo que me apresuré a colocar la máscara sobre mi rostro.

El líder nos miró una última vez y cuando todos estuvimos posicionados y la inspectora llegó a la puerta del banco, dimos apertura permitiendo que la mujer se adentrara al lugar. La inspectora Murillo no dejó de inspeccionar todo alrededor del banco buscando cualquier cosa que le fuese de utilidad, al mismo tiempo Helsinki y yo la apuntábamos con nuestros rifles al igual que Tokio y Río, solo que ellos no tenían careta sobre su rostro, Berlín por su parte encabezaba el grupo vigilando de cerca todos los movimientos de la rubia.

—Levante las manos —ordenó el líder del grupo, la mujer acató la orden de mala gana mientras detallaba los rostros de los tres atracadores—. Procede —Tokio bajó su rifle para caminar hacia la inspectora y luego procedió a revisar que no llevase armas consigo.

—¿Dónde está el profesor? —preguntó la mujer mientras era toqueteada por Tokio.

—Me pide que le disculpe, pero, por razones de discreción, no puede estar presente —Berlín respondió en tono calmado—. Piense en que su cara aún no está en todas las portadas, como las nuestras.

—No lleva armas —informó Tokio justo después de que Berlín acabara de hablar.

—Río, te toca, haz los honores —El chico sacó un aparato extraño de su mono ante la orden de Berlín, luego de introducir códigos en el aparato procedió a pasarlo al rededor del cuerpo de la inspectora—. Perdone pero, debemos ser concienzudos —Berlín se disculpó mientras Río seguía revisando a la mujer, como era de esperarse cuando Río pasó el aparato cerca de sus pantalones un pitido se escuchó—. Raquel, ya sé que dicen que la Policía no es tonta, pero a veces lo parece —Berlín se burló mientras Río volvía a su lugar—. ¿De verdad creía que podía colarnos un micro?

—¿Y usted creía que mi gente no iba a velar por mi seguridad? —preguntó ella a la defensiva.

—Tokio, vuelve a cachear a la inspectora, pero por favor está vez ponle un poquito más de ese entusiasmo que tú sabes —Tokio acató las órdenes de Berlín y se acercó a la inspectora, al estar frente a ella bajó la cremallera de sus pantalones e introdujo una mano para sacar el micrófono que llevaba escondido en su ropa interior. Aparté mi mirada al ver la cara de incomodidad de la inspectora y la sonrisa que tenía Tokio al poder torturarla un poco—. Me acaba de dejar muerto la poli con la última tecnología, el micrófono perianal —Berlín se burló jugando con el micrófono entre sus dedos—. Deshazte de esto —Río tomó el micrófono y procedió a romperlo—. ¿Ha terminado? Acompáñeme si es tan amable —Finalizó para caminar con la inspectora siguiéndolo pocos pasos por detrás.

—¿Se puede saber quiénes son nuestros otros acompañantes? —Raquel preguntó parando a mitad de camino para mirarme a mí y a Helsinki.

—Que falta de modales los nuestros —Berlín habló en su usual tono burlón—. Pero no creo que sea necesaria esa información inspectora —Finalizó con tono serio.

—Yo creo que para una buena comunicación deberíamos conocernos los unos a los otros, ¿no cree? —preguntó la mujer con una sonrisa fingida.

—La verdad inspectora... —Berlín estuvo por contestar pero lo interrumpí al notar que Río se había quedado mirando el micrófono entre sus manos.

—Potsdam, un gusto —hablé para caminar hacia Río bajo la mirada asesina de Berlín.

—Veo que ella sí que tiene modales —La inspectora me siguió con la mirada pero Berlín se atravesó frente a ella para evitar que me analizara demasiado.

—Y este de aquí es Helsinki, ahora si no le importa, sigamos —Berlín señaló el vestíbulo por lo que la inspectora se dio media vuelta y caminó hacia donde le fue indicado.

La Casa de Papel - One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora