Capítulo 25

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Voy a paso lento hasta una silla y me siento, me bajo las medias lentamente para ver todas las marcas y la sangre que recorren mis piernas. También noto en mi costado un dolor agudo. Me levanto la camiseta un poco y puedo ver un arañazo que me cruza en costado.

-Princesita, tú sí que has estado entrenando con leones eh. –me dice Caleb mirando el arañazo de mi costado.

-Te vas a quedar ahí o me vas a ayudar. –le respondo algo seria. Odio que me diga princesita.

-Aria, ya estoy aquí, -llega Paolo algo apurado. –déjame ver las heridas.

Yo se las enseño y éste empieza a limpiarme la sangre de las piernas ante mis quejas continuas.

-Deja que te ayude Paolo. –se digna a decir Caleb, y ambos me curan las heridas de las piernas con bastante cuidado.

Siento el tacto de Caleb, acariciándome la pierna, mientras que me cura las heridas. Yo aprieto los puños disimuladamente. No es momento, me repito una y otra vez en mi cabeza.

Mientras que Paolo prepara un par de vendas, muy concentrado en su hazaña, Caleb me mira a las manos, las cuales siguen apretadas. Después me mira a los ojos y sonríe de lado. Ni un segundo me deja en paz.

Cuando me terminan de curar las heridas de las piernas me doy cuenta de que en la sala sólo quedamos nosotros tres.

-Voy a llevar el botiquín a la enfermería, ahora vuelvo y te ayudamos a subir a tu cuarto, ¿Vale?

Yo me levanto con cuidado y le cojo las manos a Paolo ante la mirada atenta de Caleb.

-Muchas gracias por esto, pero no estoy inválida y puedo llegar a cualquier lado por mí misma. –comienzo a andar despacio hacia la salida, y justo antes de atravesar la puerta me aseguro de que nadie escucha y le digo a los dos. –nos vemos más tarde en la fiesta chicos.

Con esto abandono la sala, dejándolos a los dos mirándose entre ellos confundidos.

Mientras que ando me llevo la mano a mi costado, sigue sangrando un poco, y la herida se puede infectar. Debo de acercarme a la enfermería y coger un apósito y algo de desinfectante. Pero iré a la segunda enfermería así no tendré riesgos de encontrarme con ningún chico.

Escucho ruidos delante de mí y me meto en un callejón pequeño, en la oscuridad. No quiero que nadie me vea. Cuando veo que ya han pasado me giro para seguir mi camino cuando alguien me tapa la boca y me sujeta los brazos detrás de mi cuerpo.

Pobre de quien sea, porque es un bloqueo fácil de romper. Me lo enseñaron cuando apenas era pequeña. Me agacho, y con mi pierna hago a la persona caer llevándome con el mismo y cayendo los dos de espaldas sobre el suelo. La persona amortiguó mi golpe, eso hizo que se dañara el más y soltara el agarre.

Cuando me doy la vuelta para averiguar quién es me quedo asombrada.

- ¿Se puede saber qué problema tienes con sorprenderme así de la nada? –le digo algo alterada.

- ¿Y se puede saber qué problema tienes con volverte karateka cada vez que lo hago? –me responde él intentando moverme de encima suyo para levantarse.

-Ah no, no me moveré de aquí hasta que me expliques porqué parecía que ibas a secuestrarme. –le respondo acomodándome a horcajadas sobre su abdomen.

-A ver, princesita, -comenzó ya con su tono de voz típico en Caleb. –no te curaste la herida del costado, y te cogí material para curártelo. –me dice mostrándome sus manos. - ¿Ves?

-No deberías ni de haberte molestado, y menos en acorralarme así de esta manera. ¿Tan difícil era llamarme en vez de sujetarme? –le pregunto obvia.

Equipo Luz de Luna (Inazuma Eleven)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora