Capítulo 32

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-Chicas, no os voy a reñir por vuestro comportamiento de hoy, es más nos han faltado ellos el respeto a nosotras. Y esta nos la van a pagar y bien. Kiara, ponte a pensar una estrategia. Se arrepentirán de esto.

Entramos por las puertas para llegar al comedor. Después de que nos dijeran que Colette estaría lesionada por dos semanas todas andábamos de un humor bastante bajo.

Mientras que nosotras comíamos en silencio, el resto de chicos hablaban y reían como si no hubiera pasado nada. Serán cara dura. Ni siquiera Mark se había presentado en el campo.

Pensé en levantarme y simplemente informarle a Micerino de lo que había ocasionado para Colette. Pero estaría mucho mejor reñirle delante de todos los chicos. Por lo que, me levanté y me fui acercando lentamente a la mesa de los chicos.

Llegué y me senté en la mesa de éstos. La sala se quedó en silencio y podía sentir como las chicas me suplicaban que no dijera nada. Me podía meter en un lío. Yo cogí y le puse la mano en el hombro al chico, aplicando un poco de más presión de la necesaria.

-Micerino, sabes que... -pero no pude seguir porque la puerta del comedor se abrió dejando ver a una mujer, de unos 40 años de edad. Rubia y bastante alta. Vestida con un traje de seda que parecía muy caro y un bolso pequeño en la mano. Detrás de ella apareció otra mujer, que era una copia exacta de la primera, pero ésta llevaba un vestido en vez de un traje.

Marian y Maya Rain. Mi madre y mi tía.

Hacía tiempo que la relación con mi madre estaba un poco tensa. No le hacía mucha gracia que jugara al fútbol, pero mi padre la convenció de ello. A partir de entonces me hacía visitas aleatorias para asegurarse de que seguía siendo una señorita refinada y no me estaba convirtiendo en una bruta salvaje como ella decía.

A mi prima Sara le pasaba igual. Si es que las dos eran iguales, y en el tiempo que estaban presentes debíamos tener mucho cuidado.

-Cariño, ¿dónde estáis? –pregunto mi tía en voz alta intentando localizarnos a las dos.

-Esta vez te has librado. –le susurro al chico mientras que me levanto y me dirijo hacia mi madre.

-Hola madre. –le digo agachando la cabeza, a mi par viene Sara que imita mi gesto.

-Hija mía, no seas tímida. Ven y abraza a tu madre. –me dice más cariñosa de lo normal. Ella nunca suele querer que la abrace ni nada. Es un poco fría.

Hago lo que me pide, y me percato que toda la sala se encuentra en silencio y sé perfectamente que tienen puesta la mirada en las dos mujeres idénticas que acaban de entrar. Ni si quiera cuando estábamos en el Raimon fueron a vernos ni una sola vez, por lo que nadie las conocía.

-Bueno niñas, presentarnos a estos chicos tan guapo, ¿no? –nos dice mi tía mirando a nuestro alrededor.

Ambas aceptamos sin emitir palabra y nos giramos para quedar cara a cara con todos. Empiezo.

-Bueno a las chicas ya las conocéis, esa mesa, -digo señalando a los chicos. –es la del equipo Italiano, allí están los rusos, los franceses, los de Egipto, los ingleses, los españoles y los japoneses.

-¿Cómo los japoneses? –pregunta mi madre curiosa, sé lo que va a decir y no sé cómo evitarlo.

-Los chicos tienen un gran nivel madre, eso ya lo sabías tú. –le respondo lo más tranquila que puedo.

-Sí, sí, eso no es lo importante. ¿Jude Sharp? –grita el nombre en voz alta. Y puedo ver cómo el chico se levanta colorado. Yo la mato a esta mujer.

-Ese es mi nombre señora. –dice muy educado.

-Mi hija me hablaba mucho de ti, -dice mi madre acercándose a la mesa. –un gusto conocerte querido. –y le extiende la mano para saludarlo.

Equipo Luz de Luna (Inazuma Eleven)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora