Capítulo 57

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-¿No piensa decir nada? –le pregunto arrepintiéndome de haber hablado a cada segundo que pasaba.

La entrenadora estaba furiosa, aunque en sus ojos podía ver una pizca de alivio que me turbaba los pensamientos. Ni si quiera me respondió. Simplemente se dio la vuelta y me hizo un gesto con la mano para que la siguiera.

No debería de quedarme a solas con ella. Sé que es un error, pero sin poder evitarlo me dejo influir por su poder y la sigo en silencio bajo la mirada de todos los chicos.

-Ya os podéis ir a la ducha, el entrenamiento ha terminado. –fue lo único que soltó por la boca, mientras, yo la seguía como su perrito sin levantar la cabeza.

Me dirigió hasta su despacho, en todo el tiempo un silencio incómodo se hizo a nuestro alrededor. Me molestaba la facilidad que tenía de doblegarme incluso sin mirarme. Me había entrenado demasiado bien y mi sentido de la fidelidad marcaba mis pasos sin dejarme rebelarme ante ella.

-Siéntate. –me ordenó una vez que llegamos a su cómo despacho.

-Entrenadora, yo... -quería darle una disculpa, pero las palabras murieron nada más salir de mi boca. No quería disculparme, ella me había provocado.

-¿Tú qué Aria? –me dijo con una voz autoritaria. –sabes, me empieza a molestar esta nueva personalidad tuya. Yo sé que eres una rebelde y todas esas cosas, y siempre te lo he permitido. Pero esa información es demasiado personal como para que andes diciéndola por ahí. ¿Lo entiendes? –terminó la frase cambiando totalmente de tono de voz. Yo asentí.

Parecía haberse replanteado el enfado, porque ahora su mirada era la de siempre. Fría y calculadora, pero no había odio como antes había logrado entrever.

-A partir de ahora y hasta que juguemos el partido contra Orfeo no quiero que te separes de mi lado. –me dijo, y aunque no entendí muy bien el motivo acepté sin rechistar. –hoy tendrás entrenamiento nocturno, ese será tu castigo, y lo supervisaré por mí misma, además te voy a cambiar de edificio. Te mudarás al de los entrenadores. Justo en frente del mío. Quiero que a partir de ahora des todo de ti para ganar el siguiente partido.

Sus palabras hicieron que abriera de una forma ridícula mis ojos. Creo que la entrenadora se había vuelto loca, ¿enserio iba a cambiarme de habitación y vigilarme hasta que llegara el partido? Algo se me estaba escapando, pero es imposible que sepa que es. Además, una corazonada que no me gusta nada me dice que tiene relación con lo que Caleb me está intentando decir. ¿Tendrá que ver con lo que pasó ayer por la noche?

Ahora que sé que él me encontró algunas piezas encajan, como que él se preocupe tanto por mí. Pero mi instinto me sigue diciendo que hay algo más, y si algo he descubierto en los últimos meses es que me puedo guiar de mi instinto a ciegas porque nunca falla.

-¿Puedo hacerte una pregunta? –le digo, después de aceptar todas sus condiciones.

-Adelante. –me dijo seria después de unos segundos. Sé que no quería aceptar pero se la acabaría haciendo de todos modos.

-¿Por qué no nos habías dicho que Mel era tu hija? –vuelvo a formular, esperando que en privado me dé la respuesta que busco.

Veo que deja escapar un suspiro de cansancio y se encorva en su silla. Parece agotada, y si me fijo bien puedo notar unas ojeras en sus ojos y su postura, ya no es tan correcta como debería. Al parecer este torneo no está resultándonos fácil a ninguna de nosotras. También es cierto que ayer se llevó un gran susto, pero no es su culpa, sólo iban a por mí.

Sinceramente es la primera vez que la veo más mayor de lo que realmente es. Cualquiera con visión se daría cuenta, es humana como todas y yo más que ninguna debería de saberlo.

Equipo Luz de Luna (Inazuma Eleven)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora