Cap 11 Equilibrio

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Pv Dylan

Después del almuerzo, entré en mi oficina, listo para abordar mi lista de tareas de una milla de largo, congelado en mi lugar cuando vi a Emma esperando al otro lado del escritorio.

Sentada en mi silla.

Piernas encima de mi portátil cerrado.

Sentada en mi silla.

Tacones apuntándome burlonamente.

Sentada en mi silla.

Brazos cruzados sobre su pecho.

Sentada en mi silla.

En un vestido que probablemente odié y en necesidad de una puta salvación.

Hoy no, cariño. No estoy de humor para soportarte.

Tiré mi maletín en mi escritorio, aflojando mi corbata.

-Tienes tres segundos para quitar los pies de mi computadora portátil. Antes que lo haga yo mismo y créeme, hoy estoy de mal humor, no te gustará.

-Demuestramelo.

Sus ojos se aferraron a mi cara como si estuvieran tratando de quitar una capa persistente de una fachada para llegar a la verdad.

-La última vez que contaste los segundos, no pasó nada. Puede que sea una loca, pero usted, señor Winchester, es un mentiroso.

La última vez la dejé en paz porqué necesitaba ir a casa y descansar. No había logrado dormir bien y lo que menos quería ese día era tener esa estúpida cena familiar.

En este momento tenía todo el tiempo del mundo. Además, seré su estúpido esposo dentro de poco y ella estaba pidiendo ser disciplinada.

Me acerqué al escritorio, agarré su delgado tobillo, deslicé el talón y le quité el zapato rojo Louboutin, arrancando el sexy tacón del calzado beige. Sus ojos se lanzaron hacía mí con horror. Me guardé el tacón como si fuera ropa interior sexy, y deslicé el zapato de Cenicienta en su lugar.

-Equilibrio.- mi voz era grave- Es todo en la vida. Intento no ser un imbécil a menos que sea absolutamente necesario, pero tengo la sensación de que estás aquí para probar los límites, ¿no es cierto, querida esposa?

Su burla se evaporó como humo fino, reemplazado por la desesperación caliente. Emma se levantó de mi asiento y rodeó el escritorio, muy consciente de su talón roto. Sus manos estaban apretadas en puños.

-¡Demonios!- los ojos de Emma bailaban en sus cuencas. Su rabia se derramaba en baldes y quería hacer gárgaras en su dulce puta ira bebiendo de su pozo de pena- ¿Cuál es tú problema conmigo?

-No tengo un problema contigo. Ni siquiera estás en mi maldito radar. Entré en mi oficina y te encontré aquí, sobre mi escritorio como un sarpullido asqueroso.- dejé caer mi corbata suelta sobre mi escritorio, subiendo mis mangas hasta los codos

-Vine aquí para decirte que no quiero casarme contigo.

-No eres la única.- le dije de mala gana

-En ese caso, te agradecería que me dijeras que nada cambiará una vez que nos casemos. Quiero decir, sé que nada cambiará, pero escucharlo de ti me haría sentir mucho mejor. Además, no me quiero casa a está edad. Mucho menos con alguien que le deseo la muerte.

-No estoy aquí para hacerte sentir mejor, Emma. De todos modos, ¿qué tiene de malo casarse a esta edad?

No tenía ningún motivo para hacerle el favor a ella, pero aún estaba parada allí, por una razón que estaba fuera de mi alcance, así que pensé que le tiraría un hueso.

Emma arrugó la nariz, algo que la había visto hacer antes.

-No quiero casarme joven. Tengo cosas que hacer. Planes... planes diferentes para mi futuro. Entonces, ¿puedes simplemente decirme lo que quiero oír? Sé que podré dormir tranquila si lo escucho.

-¿Parezco como si recibiera órdenes tuyas?

Parpadee lentamente, solo ligeramente divertido por su enfoque descarado.

-Por favor. - su voz era firme, sus ojos ardían en los míos

-No.- gruñí, sosteniendo una mano en el aire para detenerla. Apoyé una cadera contra mi escritorio- Nunca obedezco órdenes, Emma. Ahora, hazme un café.

Ella echó la cabeza hacía atrás y se echó a reír. Más bien histéricamente, noté.

Genial.

-No te voy a hacer una mierda.

-No pedí mierda. Pedí un café.

-No soy tu asistente personal.

-Cierto. Eres más bajo que eso. Nos cansaremos dentro de poco. Puedo pedirte cualquier cosa dentro de lo razonable. Así que te estoy pidiendo un café. Sin azúcar. Negro.

Si nada más, era un jodido imbécil por amar la mirada en su cara. Como si hubiera sido rota pero sólo por ahora. Sólo por este momento. Sólo para mí. La rabia se apoderó de ella, haciéndola enderezar la columna vertebral e inclinar la barbilla hacía arriba.

Una ola de emociones inundó los ojos de Emma. Si pudieran hablar, gritarían. Pero no pudieron. Así que todo lo que vi fue a una chica extremadamente irritada a la que recientemente habían crecido un nuevo par de tetas y había descubierto que la vida no era un picnic.

-Chop, chop.- aplaudí dos veces

No era la persona más amable del mundo. Me gustaba pensar que era lo suficientemente bueno como para al menos advertirle que se quitara los zapatos antes de alejarse. Pero antes de que tuviera la oportunidad, Emma se dio la vuelta y se dirigió hacía la puerta, cayendo sobre su trasero.

El único consuelo en su desafortunado escenario, cuando me apoyé en mi escritorio, observándola levantarse sobre los pies inestables, fue que no me reí. Por otra parte, no le ahorré la humillación porqué me gustaba. No me había movido para ayudarla a levantarse por una razón diferente. Yo estaba duro como una piedra, y moverme habría quedado a la vista

-Fracasaste tu primera lección en equilibrio. Gran sorpresa.

-¡Estás fallando en la vida, Dylan! - Emma galopó fuera de mi oficina, su rostro enrojecido por la humillación

Reorganicé mi tigre tan pronto como se fue y le disparé un mensaje de texto a Jeremy para que trajera todo los informes informes que tengo que dar en la reunión de mañana.

Los declaro Odioso y Odiosa [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora