LXXXIII

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Eso, hasta que llegaron al marco de la puerta. Tal cual había ocurrido con los dos Ravenclaw, otra espiral de arena y polvo los recibió, impidiéndoles momentáneamente el paso.

El grito gutural de la espiral fue ahogado por el grito de Yoshi y Yedam (quienes no pudieron evitar abrazarse), sin embargo, prontamente la espiral se disipó, y todo volvió a aquel silencio escalofriante.

Fingiendo que no había pasado nada, Yoshi y Yedam se soltaron, y alzando nuevamente las varitas, continuaron caminando, adentrándose en el recibidor de la casa.

Allí, tenían muchas más opciones. A su derecha, estaba la puerta principal, la cual era la única que podían descartar, ya que sabían se encontraba tapiada por los tablones de madera. A la izquierda, esperaban las escaleras que llevaban al segundo piso. Frente a ellos, a lo largo del corredor, tres puertas más esperaban pacientes. Un rápido chequeo a dicho pasillo les confirmó de la existencia de otra pequeña puerta colocada debajo de las escaleras.

-¿Y ahora? –preguntó Yoshi, mirando a todas sus opciones, y preguntándose cuál era el camino más seguro.

-Mira eso –apuntó Yedam con la varita al piso-. La alfombra está movida.

Yoshi apuntó la varita también. Con ambas luces era ahora más fácil de ver que efectivamente, justo frente a las escaleras, alguien había jalado la alfombra, como si...

-Intentaban impedir que Asahi y Jaehyuk subiesen –susurró Yoshi, temeroso de que los chicos escuchasen su descubrimiento, y eso los pusiese en movimiento para preparar otra trampa-. Eso significa que el diamante está arriba. Vamos.

Subieron despacio. La escalera crujió en un par de ocasiones, pero aparte de ello, no ocurrió nada más. Una vez que llegaron al segundo piso, un nuevo pasillo, y más puertas, los recibieron, así como una nueva escalera aún más destartalada, que parecía llevar al ático.

-No se ve muy segura que digamos –susurró Yedam, mirando cómo había un par de escalones prácticamente despedazados.

-Bueno, eso se arregla fácil –contestó Yoshi, y apuntando la varita, exclamó-. Reparo.

Funcionó más o menos. Unos cuantos escalones recuperaron varios trozos, volviéndose más estables, aunque no se arreglaron del todo. Muy probablemente aquellos daños llevaban décadas, o habían sido realizados con magia oscura.

-Iré yo primero –dijo Yoshi, con lo que pasó por delante de Yedam, y pisó el primer escalón. Una vez más, nada pasó.

Con un poco más de confianza, continuó andando, con Yedam un par de escalones por debajo de él, aun escudriñando en la oscuridad del segundo piso. Yoshi apuntaba la luz de la varita a sus pies. Necesitaba estar seguro de que no pisaba un escalón roto, que no se dio cuenta de que delante de él, en el último escalón, una figura negra, cubierta de cortes, pústulas, granos y sangre, los esperaba... hasta que fue demasiado tarde.

-¡AHHHH! –no pudo evitar gritar Yoshi. Y es que finalmente había volteado al frente cuando se encontraba apenas a un palmo de distancia de aquella figura, que, por la luz de la varita, el efecto aterrador se multiplicó exponencialmente. La fuerza de su grito, y su necesidad por apartarse de allí, lo hicieron dar un paso atrás... que aterrizó en la nada, fallando en atinar al escalón anterior, con lo que perdió el equilibrio, golpeó a Yedam, quien igualmente no pudo soportar el peso del tejón, y ambos se precipitaron escaleras abajo, en cámara lenta.

Aresto momentum! –gritó Yoshi cerrando los ojos.

Se detuvieron al instante, centímetros antes de estampar sus espaldas con el suelo de madera vieja. Aun temblorosos, se incorporaron lentamente, y volvieron a apuntar la varita a la parte superior de las escaleras, donde ya no había nada.

-¿Qué fue eso? –preguntó Yedam, con la voztemblorosa.

-¿Qué fue eso? –preguntó Yedam, con la voztemblorosa

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A Treasure in HogwartsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora