LXXXIV

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-Fue Doyoung –respondió Yoshi, sin poder evitar fruncir el entrecejo, preguntándose cómo había podido caer en un truco tan sencillo-. Me tomó desprevenido, pero si él está arriba y no quiere que subamos...

-Es porque el diamante está allí –secundó Yedam.

Esta vez, no había ni pizca de miedo en su voz. Y una vez más, emprendieron la subida, esta vez más confiados.


-Diez minutos y treinta y cuatro segundos –anunció Jaehyuk, cuando Yoshi y Yedam se detuvieron frente a los demás-. Significa que seguimos ganando.

-No por mucho –intervinó Junkyu, quien acababa de levantarse de donde estaba sentado (había sido una larga espera después de todo) y ahora él y Mashiho estaba listos para entrar.

-¡Nos vemos en tres minutos! –exclamó Mashiho, y así, el Hufflepuff y Gryffindor emprendieron la caminata.

Al igual que los dos pares anteriores, dieron la vuelta a la casa por el mismo lado, y encontraron aquella ventana descubierta de madera y sin cristal, por la cual prontamente se colaron. El silencioso comedor fue quien los recibió por tercera ocasión.

-Vamos por acá, está más cerca –dijo Junkyu, quien emprendió la caminata con pies ligeros, al tiempo que Mashiho lo seguía, un par de metros detrás.

-Está bastante oscuro –se quejó el tejón-. ¿Y si encendemos las varitas?

-¿Y delatar nuestra posición? –respondió Junkyu-. Estás lo... ¡Ah! –exclamó. Y es que había llegado al marco de la puerta y aquella espiral de polvo y arena, con un grito gutural proveniente de la nada, les impidió momentáneamente el paso.

-Creo que eso ya nos ha delatado lo suficiente –gruñó Mashiho, y sin esperar a que Junkyu accediese o no, sacó la varita de su bolsillo y exclamó-. ¡Lumos!

Salieron al recibidor de la casa, donde el pasillo y las escaleras los recibieron nuevamente.

-¿Y ahora? –preguntó Mashiho, apuntando la varita escaleras arriba, pero sin alcanzar a ver nada.

-Pues a tocar –dijo Junkyu. Caminó junto a las escaleras, y procedió a abrir la primera puerta. Una figura llena de pelos se abalanzó sobre ellos, deteniéndose justo frente a sus caras, aunque en esta ocasión, no brincaron asustados-. ¡Diffindo! ¡Lumos! –dijo una vez la figura se quedó quieta, primeramente, para hacerla desaparecer, y posteriormente para poder mirar dentro de la oscura habitación.

-¿Ves algo? –preguntó Mashi, esperando a un par de metros a su derecha.

-Nada –respondió el león, entrecerrando los ojos para alcanzar a ver mejor-. Solo hay sillones viejos, mantas rancias, y un montón de pinturas arrumbadas en un rincón. ¿Y tú?

Mashi se apuró a abrir la segunda puerta. Una ráfaga de aire helado lo golpeó en el rostro, la cual se apuró a disipar con su varita, e igualmente, metió la cabeza a la habitación, para ver algo.

-Un escritorio, más sillones, y un par de libreros con un montón de libros cubiertos de polvo. Y... ¡ah!

El grito agudo les heló hasta los huesos. Había algo, o alguien, en aquella habitación, que acababa de despertar, y no parecía muy contento de recibir visitas.

El Hufflepuff estaba por sacar la cabeza de ahí, cerrar la puerta y no volver a abrirla nunca más, cuando Junkyu lo empujó hacia abajo. El león, metiendo prácticamente la mitad del cuerpo, no se esperó a encontrar el origen de aquel ruido que le perforaba los tímpanos, sino que se limitó a agitar la varita y exclamar:

Accio!

Al instante, una figura alta, delgada, con un vestido blanco amarillento y un largo cabello negro que arrastraba hasta los pies, como si fuese jalado por un gancho, se deslizó a toda velocidad hacia ellos.

El grito agudo lo escuchaban ahora dentro de suscabezas, y no pudieron evitar gritar de igual modo, cuando aquella figura lescayó encima, tumbándolos a ambos.

El grito agudo lo escuchaban ahora dentro de suscabezas, y no pudieron evitar gritar de igual modo, cuando aquella figura lescayó encima, tumbándolos a ambos

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Se me está pasando la mano con lo creepy, así que tengan un Dobby (?)

A Treasure in HogwartsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora