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Sophie salió del edificio, bajando hacia el estacionamiento, Gia la acompañaba para asegurarse de que entrara al auto, ahí apoyado del capó estaba Milo, usando sus gafas de sol. Gia sonrió:-Anda, todo irá increíble. Si necesitas la casa sola, dime y yo caminó siete cuadras ida y vuelta.

Sophie rió.

-No las necesitaré, pero gracias- besó su mejilla- deseame suerte.

Sophie avanzó tentativamente hasta Milo, quien usaba su móvil, carraspeó llamando su atención, el pelinegro le sonrió abiertamente.

-Hola tú- abrió la puerta del copiloto- ¿lista para el mejor almuerzo de tu vida?

-Suerte con eso-bromeó. Subió al auto negro, el cual para su sorpresa estaba bastante limpio, igual no sabia que esperaba de Milo. El pelinegro entró al auto, se giró hacia la castaña.

-¿A donde quieres ir a comer?- preguntó, ella se encogió de hombros- por favor dime que no comes solo ensaladas.

Ella negó:-No cómo carbohidratos, grasas, azúcares, solo tomo agua- bromeó- podemos ir a donde quieras... no tengo problemas.

-De acuerdo, vamos a comer pizza- arrancó el auto, pisó el acelerador y abandonaron el edificio, ella acomodó su falda, sintiéndose un poco extraña- ¿o quieres una hamburguesa?

-Solo vamos por la pizza- dijo sophie- ¿Cómo te fue hoy?- preguntó sonriendole levemente.

-Bastante bien de hecho- contestó entusiasmado- hicimos prueba de cámara, te vi con esa falda preciosa y ahora estoy yendo a almorzar contigo. ¿Y a ti?

-Qué adulador eres- dijo ella rodando los ojos- pues, me fue bien, digo es emocionante estar aquí pero no hemos hecho lo interesante aun.

Milo asintió, al cabo de unos minutos, estacionó en un restaurante italiano, se veía bastante sencillo y familiar, bajaron del auto, el calor de Los Ángeles se hizo presente, cosa que Milo notó en Sophie.

-Las mangas largas no son para California- le dijo tomándola suavemente de la cintura mientras caminaban al interior del restaurante.

-Perdón, vengo de Boston, no suele hacer tanto calor.

Milo quedó un poco paralizado, mientras Sophie buscaba una mesa, Boston... ella también es de  Boston. No Milo, hay millones de personas en Boston, eso sería mera coincidencia.

-¿Estás bien?- preguntó Sophie, el asintió. Ella señaló una mesa en una de las esquinas del restaurante- ¿Te parece esa mesa de allá?

-Claro.

Ambos se sentaron, tomando los menús, no dijeron nada:-¿Qué pizza quieres?- preguntó Milo- por favor, no seas tan rara y pidas de piña.

-¿Y que si me gusta la de piña?- preguntó, en realidad odiaba la pizza con piña, era la favorita de Poppy y se veía obligada a probarla al menos una vez.

-Te compraría una para ti, pero no me sacrificaria de esa forma- contestó Milo, ella sonrió.

-No me gusta la pizza con piña, es la favorita de una de mis mejores amigas, pero no puedo comer más de un trozo- dijo, se sentaron en el apartado, para sorpresa de Sophie, el se sentó a su lado, no al frente.

-Hablame de ti- pidió- ¿viviste toda tu vida en Boston?- preguntó. Ella asintió.

-No hay mucho que decir, soy hija única, padres separados desde hace unos tres años más o menos, hago ropa, me gusta diseñar, tengo dos mejores amigas, Poppy y Jessica- comenzó- en realidad, no hay nada interesante que decir sobre mí.

Cybersex 《Milo Manheim》✔ EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora