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Sophie suspiró, habían pasado dos semanas desde que Milo comenzó a llevarle el desayuno todas las mañanas, al principio el silencio era incomodo, llenado con pequeños comentarios, hasta que por fin pudieron hablar normal. Reían con comentarios del otro, no era como si solo sintieran ganas de estar encima del otro, algo había cambiado, en un buen sentido, ahora solo querían estar ahí, riendo en el taller.

Sophie no sabia como sentirse al respecto, había pasado los últimos meses fingiendo que estaba bien, decía que estaba bien cuando se lo preguntaban sus amigas o su padre, decía que estaba bien cuando alguien le comentaba algo respecto a Milo, decía que estaba bien cuando Gia le insistía en desayunar, decía que estaba bien porque necesitaba creérselo.

Esa mañana Milo llegó cómo todos los días, con un desayuno distinto, esta vez le traía los pasteles de hojaldre y queso que le gustaba tanto, ella sonrió al verlo.

-Buen día- canturreó mientras se sentaba a su lado- ¿Cómo está todo?

-Todo bien, hoy hay un poco más de trabajo- contó- ¿Y tu?

Milo suspiró:-Hoy tengo que ir a grabar rápido, pero no creo que les moleste si me tardo unos minutos.

-Si tienes que ir, entonces ve- se encogió de hombros, pero el negó, tenia que asegurarse de que Sophie comiera- ¡me trajiste fresas!

El peliverde sonrió ante el tono emocionado de la castaña:-No me olvido que te encantan, también hay...

-¡Frambuesas!- interrumpió Sophie- gracias, no tienes por qué hacer esto todos los días. Puedo comprar mi desayuno.

Pero no lo haces, pensó Milo. Gia y el habían quedado que la única comida que Sophie no se salteaba era el almuerzo, por lo que el se encargaría del desayuno y Gia de la cena.

-No es molestia, además, me aseguro de que si no te dio tiempo de hacerlo o algo, tengas algo que comer- Sophie volvió a sonreír.

-Gracias.

-No tienes que agradecer- se encogió de hombros- lo haría por ti sin dudarlo.

Sophie no supo que responder, cuando Milo vio que ya había comido sus dos pasteles de hojaldre, se puso de pie:-Tengo que irme a grabar, pero te veré después.

-Claro- dijo ella, cubriendo su boca para terminar de masticar, el se inclinó hacia ella dejando un beso sobre su mejilla-¡Espera! Antes de que te vayas, acomodé una de las camisas, pero no estoy segura de sí te quede perfecto. ¿Puedes probartela?

-Seguro- aceptó, la chica se puso de pie y buscó la camisa, se la entregó, tosió cuando lo vio sin camisa, se dio la vuelta para no verlo. La mano de Milo tocó su hombro.

-Me has visto sin nada, ¿por qué te pones nerviosa si me ves sin camisa?- preguntó, terminando de ponerse la prenda, ella se encogió de hombros- me queda perfecta.

-Conozco tu cuer...- se rió nerviosa- medidas, conozco tus medidas. ¿Seguro que esta perfecto?

-Si, perfecto- repitió Milo, volvió a quitarse la camisa para ponerse la suya, disimuladamente la chica acercó su nariz a la tela- ya debo irme.

-Vale- sonrió, colocando nuevamente la prenda en su respectivo gancho- Gracias otra vez, por todo.

-No tienes que agradecer.

El chico se disponía a salir del taller, pero se detuvo, girandose hacia ella, parecía dudoso de decirlo, pero aún así, se armó de valor.

-Sabes, estaba planeando ir al cine...- comenzó- y quería invitarte, claro que no tienes que ir si no quieres.

Cybersex 《Milo Manheim》✔ EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora