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¡Capítulo largo! Entiendan que si no actualizo estos días es porque estoy tratando de aprovechar a estar con mi familia <3

CAPÍTULO CINCUENTA Y NUEVE

Thomas, el chofer de Demian, me lleva hasta casa e intento hablar con él— juro que lo hago— pero no puedo dejar de pensar en el hombre al que acabo de despedir en el aeropuerto.

—¿Conoce al padre de Demian?— le pregunto luego de un rato en el que ambos estamos en silencio.

—lo hago, sí— me responde, justo al detenerse en un semáforo. Llevamos casi media hora de viaje y aún falta un rato más, porque el aeropuerto está bastante más lejos de lo que recordaba— solía acompañarlo, pero este año me solicitó que me quedara aquí.

—¿Él...? ¿Cree usted que realmente volverá en dos semanas?— el hombre me da un vistazo extraño por el espejo retrovisor—. Lo siento, yo...

—Lo extraña— afirma.

—Acaba de irse— respondo—, pero... supongo que sí, lo extraño— y suelto una risa seca—. No quiero hacerlo, sin embargo.

—¿Por qué?

Tardo unos cuantos segundos en responder.

—No quiero que él se sienta presionado a volver o preocuparse por mí si lo sabe— murmuro—. Demian tiende a hacerse responsable de todo, incluso de los sentimientos de los demás.

Thomas me da una sonrisa leve por el retrovisor.

—Aprendió a leerlo rápido, Lianna— me dice.

El resto del viaje, está lleno de comentarios vacíos sobre el clima, el poco tráfico de la madrugada del lunes y cuando detiene el coche en mi edificio, bajo del coche y agarro mi bolso.

—Gracias por traerme, Thomas.

—No fue nada, señorita.

—Yo... me gustaría mantener la conversación de hace un rato solo para nosotros— murmuro, nerviosa—. No quiero que Demian... ya tiene demasiadas cosas para ocuparse en Rusia.

—Confidencialidad chofer pasajera; nada de lo que haya dicho en el coche saldrá de ahí.

Le sonrío.

—Gracias.

—De nada, Lianna— él saca una tarjeta de su bolsillo y me la da—. El señor Pavlov insistió en que le diera mi número por cualquier cosa que necesite, así que llámeme en caso de que lo haga, ¿Está bien?

—¿Demian le dijo?

—Dijo que quería dejar a alguien en la ciudad en caso de que usted lo necesitara.

—¿Por eso no fue a Rusia con él?

El chofer entrado en años se encoge de hombros.

—Creo que Demian pensó que sería más útil tenerme aquí para usted— murmura.

—De nuevo, gracias por traerme, Thomas y... por esto— muevo la tarjeta en mis dedos.

—Tenga un buen día, señorita.

No mucho después, estoy en mi departamento. Brass está durmiendo, aunque sabía que yo regresaría a esta hora y solo me detengo para acariciar a Skinner y tomar un poco de agua, antes de meterme en mi habitación. Dejo mi bolso sobre mi cama, dispuesta a sacar la ropa y dejar solo las cosas que necesito llevar al trabajo, para evitar hacerlo dentro de dos horas, cuando me despierte y frunzo el ceño al ver una caja negra, rectangular, encima de todas mis cosas.

Sinestesia | ¡Pronto en físico! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora