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Estuve con algunos problemitas de salud y por eso tardé en subir. ¡Espero que les guste!

pd: no falta mucho para el quiebre. En serio, disfruten :)

CAPITULO CINCUENTA Y SIETE

Mi cuerpo se libera poco a poco del estrés mientras Demian me toca. Sus manos están aferradas con fuerza a mi cintura mientras me besa y mi cerebro colapsa contra la idea de que no tendré esto por unos cuantos días— espero que solo sean días— y eso... ¿Me entristece?

Sí, lo hace, pero no puedo decírselo. No puedo decirle a Demian algo como oye, voy a extrañarte mientras estás en Rusia porque no estoy segura de que se lo vaya a tomar como algo bueno sino como una manipulación o que tal vez afecte su idea de irse. Aunque no, Demian es más fuerte que lo que yo diga.

En realidad, debería dejar de pensar en Rusia y en la ausencia de Demian mientras su boca está devorando la mía y hace esto justamente para que mi cerebro se desconecte.

Cállate, conciencia.

La tensión en mis hombros desaparece cuando él pone sus manos por debajo de mi culo y me hace rodearlo con mis piernas, para presionarme contra la pared. Su boca aplasta la mía, sus brazos me tienen atrapada y mis pulmones comienzan a arder por la falta de aire y, sin embargo, jamás me he sentido tan a gusto como en este momento.

Demian me hace sentir así y eso me aterra un poco. ¿Debería, no? Me estoy... enamorando de un tipo que va a irse a Rusia y con el que no sé qué tipo de relación tengo, porque jamás lo hemos hablado. Quiero decir...

Demian me saca de mis pensamientos nuevamente cuando deja mis piernas sobre el suelo y me insta a quitarme la ropa. Lo hago, dándome cuenta de que ya no me avergüenza hacerlo, como al principio. Supongo que parte de eso se debe a la costumbre de hacerlo frente a él, a que ciertamente conoce mi cuerpo más que yo misma y que me ha arrebatado cualquier tipo de pudor. Lo ha dejado claro más de una vez: le gustan mis gemidos, le gustan mis ruegos y todo eso que antes podía avergonzarme u opacar una relación, ahora solo echa leña al fuego.

Saco el vestido por encima de mi cabeza y Demian lo tira descuidadamente al sofá de cuero para luego enganchar su índice en mis bragas y acercarme a su cuerpo. La tela de sus pantalones roza mis muslos desnudos cuando me pega a él y su rostro se inclina sobre el mío, hasta que levanta mi mentón y nuestros ojos se encuentran.

Los ojos verdes de Demian son completamente hipnóticos y me atrapan en su hechizo mientras él sonríe levemente, completamente consciente del efecto que causa en mí.

Se aleja unos cuantos pasos sin decir nada y me aprieto contra la pared, esperando. Lo veo moverse hacia los estantes donde están todas las cosas pervertidas a las que ya me he acostumbrado y muevo mis ojos por su cuerpo, en silencio. No me ha dicho nada aún, ni me ha dado una orden y eso me genera un poco de ansiedad. Estar parada aquí, sin saber qué espera de mí, me pone nerviosa.

Lo veo agarrar unas cuantas sogas y acercarse. La interrogante está pintada en mi cara cuando él se detiene frente a mí, deja las cuerdas sobre el colchón y me observa.

—Sostén y bragas fuera, muñeca— la petición me tranquiliza. Es relajante saber qué hacer, aunque todavía no sepa el próximo movimiento de Demian. También hay algo relajante en eso, porque él se hace cargo y yo... me relajo.

Desabrocho el sostén, me quito las bragas y ambas piezas le hacen compañía al vestido, sobre el sofá.

—¿Para qué son esas? —doy un vistazo rápido a las cuerdas.

—Para atarte— dice con pragmatismo—. Deja los brazos a los costados— me instruye, mientras lo veo agarrar una de las cuatro sogas que puedo identificar—. ¿Sabes lo que es el shibari, muñeca?

Sinestesia | ¡Pronto en físico! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora