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CAPÍTULO DIECIOCHO

Creo que voy a morir si no logro salir de aquí.

Ese es mi primer pensamiento por la mañana, cuando abro los ojos y me doy cuenta de que estoy siendo aplastada por Demian. Tiene su brazo y parte del torso encima del mío y el peso de su cuerpo me comprime.

—Demian...— muevo su brazo e intento salir, tratando de no pensar en lo extraño que es todo esto y lo que ha pasado anoche.

Oigan, sobreviví a la primera noche... segunda noche, durmiendo con Demian. Denme algo de crédito.

Logro salir de abajo de su cuerpo justo cuando él se remueve y abre los ojos.

—Hola— su voz es ronca, demasiado ronca para mi salud.

Demonios, cállate.

—Hola— la mía, en cambio, es temblorosa.

—¿Cómo dormiste?—Demian se acomoda en la cama y cubre su rostro con uno de sus brazos. ¿Por qué él puede lucir tan relajado y tranquilo y yo siento que estoy a punto de vomitar? —. ¿No eres una persona de mañana? —él mueve su brazo un poco, lo justo para darme un vistazo y volver a cubrir su cara.

—Yo...

¿De dónde está entrando la luz si aquí no había ventanas? Miro hacia donde está el espejo que cubre casi media pared y frunzo el ceño. ¿Está entrando luz natural?

—Funciona con luz— murmura. Su voz sigue siendo bastante ronca—, si las luces están encendidas, parece un espejo, pero si están apagadas, funciona como ventana— él parece haberme leído la mente—. No preguntes cómo, porque no tengo ni idea. Debe ser tecnología alienígena.

—Está bien— carraspeo, mientras salgo de la cama. Antes de poder agacharme y agarrar mi vestido, con la intención de ponérmelo y largarme lo antes posible, la mano de Demian rodea mi muñeca, casi sin fuerza, pero en una clara señal de que me detenga.

—¿Qué ocurre?

—Nada— mi voz sale más nerviosa y me delata—. En serio, yo... tengo que irme, se me hará tarde para ir al trabajo.

Él estira su brazo y agarra su teléfono, que anoche dejó en la mesa al lado de la cama.

—Apenas son las cinco de la mañana, ni siquiera terminó de amanecer— dice.

¿Las cinco de la mañana? Es cierto que estamos casi en verano y que amanece temprano, pero... ¿Por qué demonios mi cerebro se activó a esta hora?

—Lo sé, pero... de todos modos, voy a irme.

—¿Qué? Son las cinco de la mañana, Lianna.

Él tiene un punto. Un muy válido punto pero toda esta situación es extraña. Al menos la vez pasada, desperté y él no estaba. No fue extraño despertarme sola, porque duermo sola cada bendita noche, pero hoy Demian estaba medio aplastándome y... tal vez me está abrumando más de lo que debería.

—Lo sé, pero creo que es mejor que ya me vaya.

—Lianna— Demian suelta un suspiro, se sienta en la cama y me observa—. Las cinco de la mañana — repite, con bastante énfasis—. ¿Qué se supone que tienes que hacer a esta hora?

Alejarme un poco de ti, ¿No ves que me confundes?

—No es que tenga que hacer algo, pero...

—Entonces vuelve a la cama.

—Creo que es mejor que ya me vaya.

—¿Por qué? — él tiene sus ojos clavados en mi rostro y está escarbando la verdad. En serio, es como si sin hablarle él pudiera entender cada cosa que está pasando por mi cabeza y eso, por un lado, me aterra. Por el otro lado, es más sencillo si me entiende sin que tenga que verbalizar mis pensamientos, porque en realidad son un amasijo desastroso e inconexo—. Escucha... — Demian se frota el rostro, luciendo cansado—. Es temprano, muy temprano, en realidad y tal vez te asustaste al despertar y no estar en tu casa, pero estás bien y estás segura aquí.

Sinestesia | ¡Pronto en físico! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora