65.

98.6K 9.7K 8.7K
                                    

¿Listas para el reencuentro?

CAPÍTULO SESENTA Y CINCO

Faltan solo cuarenta y ocho horas para que tenga que subirme a un avión e ir a Rusia.

Hace dos días empezaron mis vacaciones y he estado preparando todo para viajar, porque quería tener el día de hoy libre para poder hablar con mi padre. Le he dicho por mensaje que quería verlo y hablar con él y quedamos en encontrarnos en un café, cerca del centro.

Me acomodo el vestido con flores en tonos oscuros y cuando tengo mi cartera lista, salgo de mi departamento. Lo cierto es que el bar en que quedé ver a mi padre no está muy lejos y llego en unos cuantos minutos.

Busco entre los autos y encuentro el suyo, así que me apresuro a entrar. Lo veo en una mesa cerca de la ventana y me acerco, bastante ansiosa.

—¿Papá?

—Hola, hija—él se pone de pie y me da un abrazo rápido—. ¿Cómo estás?

—Estoy bien—carraspeo—. ¿Cómo estás tú? —le pregunto, mientras tomo asiento frente a él.

He tomado varias precauciones hoy, casi de forma inconsciente y cuando me di cuenta, me sorprendí un poco de mí misma: elegí un lugar público para hablar con él, no porque le tuviera miedo, sino porque mi padre tiene demasiado reparo en su imagen como para hacer una escena en caso de que yo dijera algo escandaloso. Segundo, he venido preparada para soltarle la bomba de que me iré a Rusia por unos días e incluso preparé buenos motivos para hacerlo —no es que vaya a darle excusas, porque soy adulta y mi palabra debería ser suficiente— pero, por si acaso...

—Estoy bien—me responde, sacándome de mi ensoñación—. ¿Tu mano mejoró?

—Sí, está mejor— cuando hay un silencio extraño entre nosotros y ninguno de los dos parece saber qué decir, suelto—: Entregué mi tesis esta semana.

—Eso es genial, hija— me sonríe.

Intento relajarme, lo juro, pero todo este cambio de actitud me tomó tan por sorpresa, que aún me cuesta acostumbrarme un poco.

Un camarero llega para pedir nuestra orden y ambos pedimos café con una porción de tarta de chocolate.

—Tengo que contarte algo—le digo. Él me observa, esperando—. Estaré fuera de la ciudad por unos días.

—Oh— parpadea, luciendo sorprendido—. ¿Brass y tú se irán de vacaciones?

—No, Brass se quedará aquí—carraspeo—. Iré a ver a Demian.

—Demian, ¿Tu novio?— Explicarle a mi padre el tipo de relación que tengo con Demian podría terminar en la tercera guerra mundial, así que le digo que sí—, pero... ¿Por cuánto tiempo? ¿A dónde?

—Solo serán algunos días. Aprovecharé mis vacaciones para estar con él— digo justo cuando el camarero regresa con nuestra orden.

Cuando se va, mi padre me habla.

—¿No es un poco precipitado, Lianna? Quiero decir, salir de la ciudad con él...

—No solo saldré de la ciudad, papá. También saldré del país y del continente—le explico, tratando de centrarme en los sobres de azúcar para el café—. No estoy pidiéndote permiso, solo estoy comunicándote lo que haré.

Lo miro, manteniéndome firme en mi postura mientras lo veo. Las emociones pasan por su rostro hasta que aprieta los labios y asiente.

—Supongo que ya eres una adulta y tomas tus propias decisiones.

Sinestesia | ¡Pronto en físico! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora