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¡Espero que les guste! Manito arriba si aman a Demian

CAPÍTULO TREINTA Y DOS

Demian y yo estamos parados a unos pocos metros de las famosas cruces. Realmente son equis de madera y las tablas gruesas y cruzadas tienen un aspecto casi aterrador. En los cuatro extremos tienen varios ganchos de metal y un par de muñequeras de cuero con una hebilla regulable. En una como estas, podrían someterme a mí— por mi tamaño— pero también a un tipo como Demian, aunque estoy casi segura de que él podría romper el gancho si quisiera.

Demian está a tres pasos de mí mientras me deja analizar todo. Siempre está esa base de miedo y desconcierto, pero me siento segura. Aunque a veces me siento presionada— no forzada a hacer algo que no quiera sino presionada como un veamos qué tanto puedes dar — no me siento con miedo. Incluso es como si internamente yo también estuviera probándome a mí misma que soy capaz de hacerlo, hasta que la vocecita molesta en mi cabeza me hace retroceder, como en el balcón, más temprano.

No le tengo miedo a Demian. No tengo miedo de que pueda hacerme daño. Lo que más me asusta es que yo me relaje tanto que mi cerebro termine hecho papilla... y Demian tiene esa capacidad de triturar mis neuronas, sip.

—¿Terminaste con la inspección? — Demian tiene los brazos cruzados y una mirada divertida. Me tranquiliza que él no se enoje y sea paciente y eso me permite relajarme un poco a su alrededor. Yo podría intentar salir corriendo, tener un ataque o lo que fuera y él mantendría la calma. Luego amenazaría con darme un castigo si vuelvo a mantener las cosas para mí misma.

—Sí, terminé— murmuro—. Era una broma, ¿Verdad? — él me observa, esperando a que lo aclare—, lo de hacer una escena.

—No, no lo era— él mide mi reacción, pasando sus ojos por todo mi cuerpo.

—Bueno, no... no cuentes conmigo para eso.

—¿Lo has hecho antes?

Él sabe que no.

—No.

—¿Entonces cómo sabes que no quieres hacerlo?

—No lo sé...— intento que el sarcasmo nervioso abandone mi voz pero es difícil—. ¿Tal vez porque ya me siento bastante expuesta sin bragas y con las tetas casi al aire? —suspiro.

—Pero te sientes expuesta porque estás viendo que otras personas te miran— asume.

—Sí, claramente— le digo—, me siento observada porque que me están mirando

—Bueno, eso tiene solución.

Oh, mierda. ¿En qué me metí?

Demian no dice nada más sobre el tema y la sensación inquietante me persigue hasta que nos detenemos frente a una escena. La vez anterior, llegamos cuando ya se habían detenido y esta es la primera que voy a ver.

El dominante es un hombre rubio, de casi un metro noventa y está a casi dos metros de una de las cruces. Hay al menos un metro más entre él y las personas que están observando las escena y, aunque está de espaldas, podría jurar que está sonriendo. La chica frente a él parece unos cuantos años más grande que yo y tiene una expresión relajada y confiada.

¿Así me veo yo cuando estoy con Demian o luciré como una demente?

—Esos son Bruno y Vania— el murmullo de Demian golpea mi oído mientras él se para justo detrás de mí, poniendo sus manos alrededor de mi cintura. El contacto con la piel es caliente y reconfortante, a pesar de que la temperatura del ambiente es bastante cálida.

Sinestesia | ¡Pronto en físico! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora