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Maratón 1/4

CAPÍTULO SESENTA

Me despierto, sintiéndome extraña. Intento ubicarme y me doy cuenta de que estoy en la habitación de Brass. Haciendo memoria, recuerdo que anoche fui al baño alrededor de las doce de la noche y lo escuché sollozar, entré en su habitación y me quedé con él. Debo haberme dormido.

Resoplando, levanto las mantas con las que me debe haber tapado mi amigo y miro el reloj en su mesa de noche. Son las doce del mediodía y, a pesar de que es domingo, no quería despertarme tan tarde.

Voy al baño, miro la maraña desastrosa de cabello alrededor de mi cabeza y luego, hago mis necesidades. Cuando salgo, encuentro a Brass en la cocina, tomando café.

—¿Cómo estás? — le pregunto.

—Estoy bien— dice de forma monótona—. Tus analgésicos te noquearon, roncaste toda la noche.

—Yo no... yo no ronco— lo miro horrorizada—. Dime que no ronco.

Él me sonríe.

—Mentir es malo, freudita.

Me río.

—¿Qué quieres hacer hoy?

Brass me da una mirada cautelosa y entrecierra los ojos.

—No te pongas en modo psicóloga conmigo, Lianna.

—Me pondré en el modo que yo quiera, Brass —le gruño.

Él me observa por un rato y luego, baja los ojos a la taza de café.

—Quería ir a tomar algunas fotografías a la ciudad, solo para distraerme.

—¿Quieres estar solo o puedo ir contigo?

—Bueno, obviamente necesito una modelo— me da una sonrisa leve—. Además, no confío en que te quedes sola— él le da un vistazo a mi mano.

—Solo es una mano esguinzada — le resto importancia—.Si necesitas espacio para estar solo, eso está bien, Brass, no quiero que me lleves porque te sientes culpable por esto— levanto mi mano—. Entiendo si necesitas espacio y tiempo.

Él aprieta los labios y asiente.

—En realidad sí, necesito un poco de eso— me dice—. No es nada contra ti o...

—Lo entiendo, no tienes que darme explicaciones— le sonrío—, solo ten cuidado con la cámara— cuando ambos estamos callados por unos minutos, me atrevo a preguntar—: ¿Intentó hablar contigo?

Brass niega.

—No lo sé, en realidad— resopla—. Mientras estaba esperando a que salieras del consultorio médico, lo bloqueé en todas las redes sociales y su número— me dice, negando—. De todos modos, no me importa, ¿Por qué querría hablar con alguien que me mintió, engañó y además, me vio la cara de idiota? — Brass cierra los ojos un instante—. Por un minuto creí que todo era parte de mi cabeza, que él... que yo estaba siendo paranoico e inseguro, pero ya ves.

—Es un idiota— digo—. Tú vales mucho más que un idiota como Samuel, ¿Lo sabes?

Brass se ríe, aunque hay un dejo de tristeza en su voz.

—Lo sé, pero de todos modos, a veces necesito que me lo recuerden.

—Vales más que un engaño, Brass— insisto—, y ya sabes, estoy aquí para recordártelo.

—Y para romperles la nariz a mis ex.

Hago una mueca.

—Intentaremos conseguirte un novio más fiel, ¿De acuerdo?— se ríe—. Tal vez alguien de Seks— bromeo—. ¿Qué te parece algún sádico fetichista o algún sumiso que le gusten las fotos?

Sinestesia | ¡Pronto en físico! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora