9.

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CAPITULO NUEVE

Demian

Sé cuáles son mis límites. Los he probado por mucho tiempo, llevándome a mí mismo al borde, para luego, retroceder. Sé qué me gusta, cuánto lo quiero y lo que debo hacer para obtenerlo. Es sencillo cuando llevas en esto tanto tiempo. Tan sencillo, que incluso olvidas cómo empezó.

Los ojos grandes y curiosos de Lianna me siguen, puedo sentirlos clavados en la espalda mientras ambos caminamos por el pasillo que da a la habitación. Sé que tiene miedo, sé que está asustada y que todo esto, de algún modo, la paraliza. Sin embargo, ella podría haberse dado la vuelta e irse sin más.

Decidió quedarse.

Ella quiere esto y lo que la asusta, en realidad, es eso: la curiosidad por saber más.

—Las cosas cambian aquí— le digo. Sus ojos siguen los míos—. Se acaban Demian y Lianna, ¿Está claro? — pongo mi mano en su mejilla. Su piel suave está tibia y ligeramente sonrojada cuando la toco.

—Sí, claro.

—No. Sí, señor.

—Sí, señor— repite obedientemente.

Lianna será un desafío, eso es seguro. Nunca tuve una sumisa que no supiera ni siquiera sus propios límites por haberlos experimentado y no por una creencia de lo que será, como ella. Internet puede ser un aliado o un enemigo y hay demasiados imbéciles vendiendo el bdsm como moneda corriente cuando en realidad, debería tomarse como algo mucho más serio. No solamente porque el sexo y la sexualidad deberían ser ejes de discusión en la sociedad, sino porque las cosas pueden salirse de control si no se hacen de forma responsable.

Recuerdo perfectamente que cuando la película 50 sombras de Grey salió, un millón de personas corrieron a comprar sogas y esposas como si fuesen comida, cuando, en realidad, no se toma el asunto con la seriedad que amerita e incluso, hubo algunas muertes por asfixia. El bdsm no es una práctica sexual fetichista y aislada, es una ideología y algo construido con creencias firmes. No debe tomarse como el recurso de unos cuantos traumados para sentirse seguros, solamente. Esos son la minoría. Sin embargo, celebro que esas personas consigan obtener placer de algún modo, pero — siempre el pero — No deben alzar nuestra bandera, como si ellos fueran los únicos practicantes. Hay personas que estamos en esto por el mero placer de dominar y someterse.

—Entra— abro la puerta del cuarto y podría jurar que el clic suena en mi cabeza. Es como si pudiera soltarme de Demian y ser yo. Bueno, ello si nos guiamos por Freud.

Lo cierto es que debo controlarme; Lianna no está lista aún para conocer mi parte más salvaje y debo mantener algo de mi razonamiento y civilización, al menos por ahora. Sino, será algo desastroso.

Cuando ella lo hace, cierro la puerta. Sus manos están cerradas en puños y puedo escuchar su ligera respiración llenar el ambiente. Me acerco, hasta que su espalda y mi pecho se tocan. Su culo presiona mi entrepierna cuando se mueve hacia atrás y debo esforzarme porque mi yo primitivo no haga las cosas a su manera.

Pongo mis manos en sus hombros y ella luce aún más pequeña de lo que es. Su rostro llega un poco más arriba de mi pecho y cuando me mira a la cara, siempre tiene que estirar el cuello para hacerlo. Sin embargo, está de espaldas y yo no veo su rostro. No lo necesito, de todos modos; puedo saber lo que pasa en su cuerpo sin mirar sus ojos.

—¿Cómo sigue esto? — murmura.

—No— limito sus movimientos, con mis manos en sus hombros cuando intenta girarse—. Quieta— ella no dice nada y obedece—. No te muevas, ni hables a menos de que te lo pida o tengas que usar tu palabra de seguridad, ¿Está claro? — da un breve asentimiento y yo sonrío.

Sinestesia | ¡Pronto en físico! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora