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CAPITULO SETENTA Y UNO

Demian

En algún momento, debemos abandonar el pasillo en donde me he refugiado con Lianna y caminamos hasta el comedor. Mi hermano ya está sentado en la mesa y me sorprendo un poco al ver que padre también.

No hemos comido en la misma mesa por años y no sé si él realmente se está esforzando por mejorar o si lo hace por agradarle a Lianna. Aunque no me importa el motivo, saber que él realmente está un poco mejor, me quita un peso de los hombros. Que Lianna esté detrás de su recuperación también ayuda.

Sabía que había una mujer terca y decidida debajo de toda la timidez inicial y desde que la conocí, supe que si lograba escarbar ese cascarón de miedo e inseguridades, encontraría una persona determinada.

Eso es Lianna.

Mi novia.

Intento no pensar en el día intenso que hemos tenido hoy, porque definitivamente, lo último que quiero es estar en la mesa con mi padre y mi hermano, sino que deseo estar en otro lado.

Con mi polla enterrada hasta el fondo de su coño, para ser preciso.

Ahí tienes mis detalles sucios, pervertida.

Lianna toma asiento y yo hago lo mismo frente a mi hermano. No he podido decirle a Vik nada de lo que pasó hoy con papá, porque me he enterado hace unos cuantos minutos, así que él no sabe que ha dicho algo en español. Supongo que mi padre asume que Lianna me lo ha dicho, pero planeo seguir su consejo — el de la muñeca — y fingir que nada pasó, para que él no se sienta presionado a nada.

—El libro que me recomendó es genial— Lianna es la primera en hablar y yo me sigo poniendo tenso cada vez que ella se dirige a mi padre, aunque ella no luzca de ese modo.

Papá le da una sonrisa leve y una inclinación de cabeza mientras Viktor me observa. Le hago un gesto de que hablaremos luego, porque no quiero mantener a mi hermano lejos de las novedades. Él asiente imperceptiblemente y los cuatro nos sumimos en una conversación extraña.

Extraña en el sentido de que Lianna, Vik y yo hablamos en español y cuando ella le habla a mi padre, él espera a que alguno de nosotros le traduzca.

—Me he enterado de que has conocido Moscú— comenta Viktor—. ¿Qué te pareció?

—Estuvo genial— ella le da una sonrisa sincera y un rubor ligero se extiende por sus mejillas, lo que me hace sonreír a mí—. Comimos... ¿Cómo dijiste que se llamaban?

Cheburek— le digo cuando ella me mira.

—Eso.

—Son fáciles de hacer— le dice mi hermano—, puedo enseñarte.

—Viktor tú no sabes siquiera hacer un té.

Al menos tiene la decencia de lucir compungido. Bastardo.

—Es cierto, pero al menos podría mostrarte el lado divertido de Moscú— le dice a Lianna, guiñándole un ojo—. Mi hermano es un viejo aburrido, ¿Cómo soportas estar con él?

—Nos soportamos mutuamente— le responde ella.

Deja de provocarme, bastardo— le escupo en ruso.

Él se ríe.

Me lo pones cada vez más fácil, hermanito— luego, vuelve a mirar a Lianna—, pero lo digo en serio, hay algunos bares y pubs que podrían gustarte.

—No me gusta el amontonamiento de gente— se excusa la muñeca—, pero supongo que puedo intentarlo— Viktor le da un asentimiento leve de cabeza y luego se dispone a comer. El teléfono de Lianna suena—. Lo siento es mi padre— carraspea. La veo levantarse de la mesa y salir del comedor—. ¿Papá?

Sinestesia | ¡Pronto en físico! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora