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Disfruten <3

CAPÍTULO SESENTA Y OCHO

Para cuando llegamos a la ducha, ambos estamos sin ropa y Demian ha dejado claro por demás que mis manos tienen que permanecer a cada lado de mi cuerpo o tendré un castigo.

—Pero...

—La caja de sugerencias y quejas no abre hasta el lunes— me dice socarronamente cuando quiero quejarme—. ¿Algo más que quieras decir?

—o, señor— mi cuerpo está congelado por el exterior nevoso y cuando él abre el grifo de agua caliente, el vapor llena el lugar y se pega a mi piel fría.

—Te congelaste, muñeca— dice, poniendo su mano también fría en mi brazo.

—Lo valió — digo, encogiéndome de hombros.

Sus manos atrapan mi rostro y sus ojos escarban en los míos.

—¿Qué voy a hacer contigo, muñeca?

—Podrías besarme— sugiero—, o follarme— murmuro—, o ambos.

—¿En ese orden?

—El orden de los factores no altera el producto— él me sonríe y se inclina para besarme. Una de sus manos deja mi mejilla y mi cabello ligeramente húmedo por la nieve es atrapado dentro de su puño. Inclino mi cabeza hacia atrás cuando lo jala y no puedo ver nada más que sus ojos.

Tal vez la tormenta fuera esté en crescendo y el clima empeora, pero el temporal de emociones en mi interior se apaciguan. El tsunami se convierte en unas pocas olas que rompen contra una orilla.

Demian sigue mirándome y la espera se vuelve una tortura. La mano en mi mejilla se mueve y su pulgar roza mi labio inferior. Intento que el calor que se dispara por todo mi cuerpo no sea tan evidente y que la excitación no quede marcada en mis ojos, pero es imposible. Él baja sus ojos por mi pecho, mirando mis senos y yo tomo una respiración entrecortada.

—Hay tantas cosas que quiero hacerte, Lianna...— murmura, aunque no parece estar hablándome. Luce perdido en su propia mente. Desliza su mano, rozando sus dedos en mi cuello y luego baja, hasta dejarla entre mis pechos. Estoy segura de que puede sentir el latido acelerado de mi corazón debajo de la palma. Su otro puño sigue produciendo un tirón dolorosamente agradable en mi cuero cabelludo y la piel que toca cosquillea por el rastro eléctrico que deja—. He pensado cada maldita forma en la que quiero follarte contra cada superficie de esta casa— dice, rodando mi pezón entre sus dedos. Les da un pellizco leve y sus dedos siguen bajando por mi abdomen, hasta detenerse entre mis piernas.

No me toca, ni dice nada y todo el juego del silencio— tocar— no tocar— hablar está reventando mis medidores de ansiedad. En este momento, lo estoy odiando. Quiero que me toque. Quiero sus manos en mi cuerpo, hasta que no haya una parte de mí que no haya sido tocada. Lo quiero en mi interior, reclamándome y ordenándome que le entregue todo de mí misma, que no me contenga.

Quiero que me recuerde que todos mis orgasmos le pertenecen.

El calor proporcionado por el vapor está a punto de convertir el baño en un sauna y no me quejo. Antes de que Demian haga otro movimiento, un ruido lejano hace que deje de mirarme y yo me percato de que alguien ha golpeado la puerta de la habitación.

Lo escucho ladrar algo en ruso y mi cerebro se reconecta a mi cuerpo.

—Debemos...

—A bañarnos, muñeca— dice, poniendo su brazo atrás de mi espalda, para guiarme hacia la bañera, que está llena casi por la mitad. Él entra y me ayuda a hacer lo mismo. El agua llega por la mitad de mis pantorrillas. Demian se queda detrás de mí y yo podría girar mi rostro a un costado y verlo o incluso, si echara mi cabeza hacia atrás podría hacerlo, ya que es bastante más alto que yo.

Sinestesia | ¡Pronto en físico! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora