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Se esperaban a Verónica, pero no al nuevo personaje que va a aparecer hoy. ¡A ver si adivinan! ¿Quién se imaginan que es?

CAPÍTULO CUARENTA Y SEIS

—Lianna, es un gusto verte —el cabello negro de Verónica está húmedo y aplastado por el peso del agua—. Hay una tormenta horrible afuera.

—Hola—murmuro.

Demian no dice nada y solo se mueve para que ella pase. Luce demasiado incómodo y tenso y desearía que la bruja pelinegra desaparezca.

—Lamento haber llegado sin avisar y... el corte de luz.

—No fue tu culpa—respondo, haciendo acopio de toda la cortesía que aprendí a fingir mientras crecía, con las amistades hipócritas de mi padre.

—Iré a ver si las luces de emergencia funcionan—Demian deja la sala de estar, que está prácticamente a oscuras de no ser por la luz que entra por las ventanas.

Intento que la situación no sea tan incómoda, pero es difícil. Frente a mí está la mujer que engañó a Demian, al hombre que quie... a Demian.

—¿Estaban mirando una película? —su tono de voz es simpático y si no supiera todo lo que ha dicho Demian, además de lo que me contaron Gemma y Carol en su cumpleaños, podría decir que parece buena. Rostro angelical, aunque con facciones duras y un cuerpo envidiable, cubierto por ropa oscura. Desde mi juicio, no hay forma de decir que la mujer parece sumisa. Por el contrario, exuda poder y altanería.

—Si—carraspeo—. ¿Quieres un té, un café o algo para entrar en calor?

—Un té estaría bien, gracias, Lianna—ella se quita el pesado abrigo y lo cuelga en el perchero al lado del ascensor. Algunas gotas de agua caen en el suelo y sé que Demian odiará verlo—. Este lugar ha cambiado bastante— murmura, mientras observa todo a su alrededor.

Me molesta ver la comodidad con la que se mueve por la casa y algo pincha en mi pecho.

No vayas por ahí.

Nunca fui celosa. No voy a comenzar a serlo ahora, con la ex pareja del hombre con el que no tengo nada serio, porque jamás hemos puesto esas cartas sobre la mesa.

—Ven conmigo— le digo. Ella me sigue a la cocina y me ocupo de poner a calentar el agua mientras observo las pequeñas gotas de agua en su cabello—Te traeré algo para que te seques y ropa—la parte más... mierda de mí, desea mantenerse callada, pero no puedo evitarlo. Sigue siendo una persona que acaba de salir de una tormenta.

—Creo que mi cabello se llevó la peor parte—ella levanta uno de los mechones cortos y negros—. Con la toalla será suficiente, no quiero ser una molestia. Gracias, Lianna.

—Bien.

No tardo mucho en buscar una toalla en el baño del pasillo, sin ver a Demian por ninguna parte. Una vez de regreso, se la doy y ella comienza a secar la humedad en su cabellera negra mientras yo intento no mirarla fijamente y centrarme en hacerle un té.

—Así que..., ¿Demian y tú siguen juntos, eh?

Antes de que pueda responderle, el susodicho aparece.

—El generador funciona, en unos minutos deberíamos tener electricidad de nuevo—Demian entra a la cocina, pasando por mi lado y rozando su cuerpo levemente con el mío, con sus manos en mi cadera. Hay espacio suficiente como para que pudiera evitarlo, así que es claro que lo ha hecho adrede. No sé si lo está haciendo para darme una suerte de apoyo o porque quiere marcar alguna diferencia con Verónica.

Sinestesia | ¡Pronto en físico! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora