17.

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Hoy hubo doble actualización así que si te sale directamente este capítulo, espera y lee el 16 porque no vas a entender nada ♡ Con amor, niñita.

CAPÍTULO DIECISIETE

Demian no se toma mucho tiempo consolándome, porque logro salir del estupor por las nalgadas rápidamente. Él se levanta del suelo y me alza también, para que me mantenga sobre mis piernas temblorosas. Sus brazos continúan rodeando mi cuerpo, manteniéndome pegada a su pecho. Mis manos están sobre su piel tibia y el contacto me tranquiliza.

—¿Puedes caminar? — asiento—. ¿Puedes hablar?

—S...si— mi voz sale más ronca de lo que la recuerdo y me resulta desconocida.

Segundos más tarde, mi cuerpo está sobre la cama. El roce de la tela con mi piel es molesto, pero puedo soportarlo.

—Lo hiciste bien, muñeca.

De nuevo, esas palabras. El orgullo en la voz de Demian me aterra, porque en mi cabeza, la idea de querer complacerlo es cada vez más fuerte y eso es peligroso.

—Gracias— logro decir.

Sus manos mueven mi cuerpo a su antojo y separan mis piernas para meterse entre ellas. Una de sus manos cubre mi entrepierna por encima de las bragas y sus dedos se mueven lentamente, en otra forma de tortura.

—Estás tan húmeda para mí, muñeca— Me sonrojo. Nunca me hablaron sucio, nunca tuve este tipo de juegos durante el sexo y... mierda, ¿Tal vez debería apagar mi cerebro ahora? Sus dedos separan la tela, deslizándose casi de forma descuidada en mi vagina. Sin embargo, no hay nada descuidado en torno a Demian. Todo tiene su porqué, aunque a veces no lo comprenda—. ¿Las nalgadas te han puesto caliente? — niego. Él se ríe—. ¿Estás segura? Yo creo que sí— sus dedos pellizcan mi clítoris y yo suelto un sonido involuntario. Luego, me muerdo la lengua—. Oh, vamos, ¿Vas a quedarte callada? — el hombre vuelve a mover las yemas de los dedos por encima de esa parte de mi cuerpo tan sensible y hago un esfuerzo por mantener mis labios sellados—. No quiero que te contengas, nena— me tortura, en el sentido más literal de la palabra y sus movimientos varían el ritmo. Demonios, sí, estoy mojada. No quiero atribuírselo a las nalgadas, pero... ¿A qué más, sino? —. ¿Qué haces? — Demian se detiene y yo me percato de que he llevado mis manos a las suyas.

¿Saben qué es lo peor de todo esto? No lo estoy deteniendo. De hecho, mi mano mantenía la suya contra mi cuerpo.

—Lo lamento— rápidamente, lo suelto.

—¿Quieres que te toque, Lianna? — no digo nada—. Vamos, pídelo. Dime que lo quieres.

—Esto es humillante— murmuro, casi de forma impulsiva.

—¿Qué tiene de humillante pedir lo que quieres? — su voz es ronca—. Sigues atada a tus prejuicios y eso te contiene— su rostro se inclina sobre el mío, hasta presionar sus labios en mi mejilla—. Suéltalos, Lianna. Libérate de ellos— su mano vuelve a presionar las terminaciones más sensibles de mi cuerpo—. Pídemelo.

—No...

—Anda, pídemelo. Pídeme que te toque con mis manos... o con mi boca y que te haga acabar.

—Demian...—me da un pellizco en el clítoris que me hace chillar, como reprimenda por llamarlo por su nombre de pila—. Señor...

—Pídemelo, muñeca. ¿No quieres que te toque?— inclina su rostro más cerca del mío, raspando su barba en mi mejilla. Muerde ligeramente la piel de mi cuello y luego la chupa, mientras yo tomo respiraciones entrecortadas, abrumada por la sensación extenúate de mi cuerpo.

Sinestesia | ¡Pronto en físico! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora