5.

194K 14.8K 6.5K
                                    

CAPITULO CINCO

Demian sigue manteniendo mi cuerpo contra el suyo mientras yo intento, sin mucho éxito, controlar los temblores de mis manos. No es pánico, porque ya he tenido eso y no se siente así. El pánico usualmente me nubla, pero ahora, estoy completamente consciente de lo que pasa a mí alrededor.

Soy consciente del pecho del hombre contra mi espalda y de sus brazos rodeándome. También de su respiración y su cuerpo desnudo rozando mi piel expuesta. Su perfume y el olor a lujuria invaden mis fosas nasales y yo inspiro, tratando de calmarme. También intento acoplar mi respiración a la suya, que es mucho más tranquila que la mía, pero es algo que me cuesta.

—¿Por qué me siento así?

—Algunas personas responden así ante lo desconocido—explica con voz calma—. Respira profundo— asiento y lo intento—. ¿Tienes miedo?

—No... es... no es miedo, es algo más— admito—. No puedo explicarlo.

—Es como si te hubieran sacado una venda— dice. Sí, definitivamente se siente así y él literalmente me ha quitado una venda —. Te traeré algo para beber.

Veo los músculos de su espalda contraerse cuando él se mueve en dirección a la esquina donde está el sillón negro, justo al lado del bar y lo veo poner líquido de una de las botellas en un vaso y luego, regresar. Me tomo un momento para mirarlo y no veo nada que me diga quién es realmente. No hay tatuajes, cicatrices o una historia en su cuerpo.

Realmente, es un misterio y me tomo el tiempo de detallarlo.

Su piel está ligeramente bronceada, como si hubiera vuelto recientemente de alguna playa y su cuerpo es musculoso. Su cabello negro, su piel ligeramente morena y sus ojos verdes lo hacen un poco exótico y su voz baja y grave lo vuelve inquietantemente atrayente.

—¿Qué es?— le pregunto con curiosidad cuando me tiene el vaso con el líquido color ámbar.

—Whisky— me dice —. Bébelo.

—No, no...— tomo una respiración profunda—, debo irme a casa.

—No voy a retenerte, ni voy a hacerte daño— él pone una de sus manos en mi mentón, para sostener mi mirada—, pero puede bajarte el azúcar, por el bajón de adrenalina— dice—. Bébelo y te llevaré a casa, Lianna.

Le doy un trago al vaso, haciendo una mueca por el sabor fuerte del líquido. Nunca me gustó el whisky. Por unos segundos, el alcohol quema mi garganta y yo sacudo mi cabeza, como si eso pudiera aliviarlo de algún modo.

—Me ha quedado claro que este tipo de cosas no son lo mío— le digo luego de unos segundos.

—Estás asustada— me dice—, cuando te tranquilices, podemos...

—No vamos a seguir con esto— murmuro, interrumpiéndolo—, ya... ha sido suficiente.

Él aprieta los labios.

—Cuando salgas del shock, quiero que pienses bien esto, ¿Sí? Piensa si realmente has pasado peligro, si realmente te sentiste incómoda o si lo que te asusta es justamente, no haber pasado por nada de eso— sus ojos parecen escarbar los míos —. ¿Puedes hacer eso?— asiento lentamente, apretando los labios en una línea recta—. Hay un baño justo enfrente del pasillo— dice, suspirando—, yo estaré fuera, en la cocina.

Él sale de la habitación luego de levantar sus pantalones y el resto de su ropa. El hombre ni siquiera parece incómodo por estar paseándose en ropa interior y caigo en cuenta de que estoy desnuda. Es como todo el bloqueo de la parte lógica de mi cerebro apareciera de repente y fuera consciente de todo. Es como si la hipnosis se hubiera roto, aunque nunca estuve fuera de mí misma. Sin embargo, así se sintió de algún modo.

Sinestesia | ¡Pronto en físico! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora