6.

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CAPÍTULO SEIS

—¿Y bien? — Brass está sentado en el sofá del comedor, con las piernas cruzadas encima de este, una taza de café y Skinner echado a su lado—. Me prometiste que me contarías por la mañana.

—Al menos déjame que busque una taza de café— murmuro—. No tengo mucho tiempo, debo ir a trabajar.

—Trabajar está sobrevalorado.

—Pero es lo que nos permite vivir aquí— le sonrío—, así que... tengo que irme.

—No evadas esta conversación, Lianna Steve— él entrecierra los ojos en mi dirección, acusándome.

—No eres mi madre para llamarme por mi nombre completo, idiota.

—¡Cuenta qué pasó! — insiste.

—No follamos— me apresuro a decirle—, fue más como...

—¿Toqueteo por encima de la ropa?

—No...

—¿Se la chupaste?

—¡Brass!

—¿Él te chupó a ti?

Más o menos

—Esto está muy por fuera de mi zona de confort—le digo—, y en serio tengo que irme a trabajar— me excuso nuevamente.

—¡Lianna! – chilla como un niño caprichoso.

—¡Brass! — lo imito.

—Tienes que contarme— sigue.

—Yo no te pregunto cómo es tu sexualidad con Samuel.

—¡Entonces hubo sexualidad!

—¡Por Dios! ¿Sabes qué? Sí, hubo sexualidad— le grito—. Me desnudé, me esposó a una cama y...

—No quiero detalles.

—¡Acabas de pedirlos!

—Bueno, pero pensé que jamás los darías— me dice, sonriendo—, pero ya tengo suficiente.

—Fue extraño— le digo, más calmada—. Fue extraño, realmente.

—¿En qué sentido?

—Es como si... yo fuera una computadora, él un virus y mi antivirus no funcionó mientras estuve con él.

—¿Así que el virus entró en ti? — él levanta las cejas sugestivamente.

—No, ya te dije que no— murmuro—. Solo.. fue intenso, muy intenso— sigo—. Aunque creo que tal vez se sintió así porque... ya sabes...

—¿Hace mucho no tienes un polvo?

—Algo así.

—Pero... ¿Fue incómodo?

—No, pero se sintió como si todo el tiempo me presionara a salir de mi zona de confort.

—Entonces me agrada.

—¿Sabes qué es lo peor? — me muerdo la uña del dedo índice—. Olvidé la libreta con todos los avances de mi tesis en su sillón.

—Qué conveniente— Brass me sonríe.

—Me ha enviado una foto de mi libreta y una frase de Jung, sobre el inconsciente y el destino— suspiro—, y no le he respondido.

—¿Y qué vas a hacer?

—Debo recuperar mi libreta.

—Esto se parece al cuento de la cenicienta, pero más sexual— me dice—, tu príncipe caliente y...

Sinestesia | ¡Pronto en físico! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora