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CAPÍTULO DIECINUEVE

Demian se sienta a mi lado y ambos quedamos frente a Samuel y Brass. ¿Por qué todos lucen cómodos mientras yo quiero meterme detrás de un árbol?

—Acaban de traernos la cervezas, ¿Qué quieres pedir? — Samuel le habla a Demian con una naturalidad que me sorprende.

—Cualquier cerveza está bien— Demian le sonríe, luciendo cómodo—. ¿Vienen mucho aquí?

—No, no mucho— acota Brass—. Nos sorprendió la rapidez con la que llegaste, Lianna aún estaba dándonos lecciones de modales.

—¡Brass!

Demian se ríe.

—Estaba a unas pocas cuadras— explica Demian—, trabajo cerca de aquí, así que me tomó poco tiempo llegar.

Demonios, es cierto. Estamos a pocas cuadras del club, no lo había pensado antes.

—¿En qué trabajas, Demian?

Oh, Brass. Pequeño pedazo de mierda, voy a matarte.

—¿Qué les dijo Lianna?

—No recuerdo, ¿Qué nos dijiste, cariño? — Brass me mira sonriendo, completamente feliz de ponerme incómoda. Lo está disfrutando.

—Ellos saben sobre el club— murmuro.

—Cierto, el club— Brass chasquea la lengua y yo lo pateo por debajo de la mesa—. Auch, Lianna, no seas agresiva.

—Deja de ser idiota.

—Pides mucho— Sam me sonríe—. Entonces, ¿Un club?

—Sí, un club— Demian me da un vistazo rápido—. Lianna me comentó que eras fotógrafo.

Me sorprende que recuerde ese detalle.

—Sí, trabajo en eventos y hace poco firmé para una compañía de lencería— le cuenta.

La conversación fluye con más normalidad y poco a poco me relajo. Incluso llego a reírme cuando Brass cuenta alguna tontería y termino por darme cuenta que soy una idiota por ponerme a la defensiva incluso sin haber enfrentado esta situación. Los dos se están llevando bien y aunque quiero convencerme de que eso no es relevante, porque no creo que Demian y yo mantengamos esto por mucho más tiempo, me alegra que él y mi mejor amigo se lleven bien.

—Mañana vamos a seguir con la instalación de gas— le cuenta Samuel un rato después—. Es bastante... complejo, por el tema de las pérdidas.

—Claro, entiendo— Demian asiente—. Hace poco tuvimos que llamar a un plomero porque se averiaron todas las cañerías del club— dice—. Fue un desastre.

—Parece sencillo, pero a veces tienes una fuga en esta parte...— Sam hace mímicas—, y para poder arreglar eso debes romper una pared completa.

—Exactamente— Demian coincide—. Cuando era más chico mi padre intentó enseñarme a arreglar tuberías y esas cosas, pero... no se me da bien— chasquea.

—¿Tu padre es contratista?

—Mi padre... no, no lo es, pero tenía una noción bastante buena de todo eso— explica— mi hermano y él son arquitectos.

Lo cierto es que debo agradecerle a Sam, porque por él, Demian está hablando un poco más sobre sí mismo y puedo conocerlo.

—¿En serio?

—Sí, pero no ejercen — Demian aprieta los labios.

—¿Viven juntos?

—Ambos están en Rusia— explica Demian—, viven allí.

Sinestesia | ¡Pronto en físico! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora