Epílogo.

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EPÍLOGO

Un año después.

Me está costando horrores abrir los ojos y la sensación de calidez en mi cuerpo me lo pone aún más difícil.

—Muñeca— la voz de Demian me saca del sueño pero me remuevo y niego—, tenemos que irnos.

—Es temprano— me quejo, aplastando más mi rostro contra la almohada.

—Lo sé, pero tenemos un vuelo, ¿Lo recuerdas?— sus manos recorren mi cuerpo desnudo debajo de las sábanas y yo suspiro, para volver a negar. Lo escucho reír—. Vamos, Lianna, tenemos que llegar al aeropuerto.

—Diles que nos esperen.

Demian vuelve a reírse y su pecho se presiona contra mi espalda cuando se pone sobre mi y comienza a besar mi hombro. ¿En serio él pretende que así salga de la cama, me vista y vaya al aeropuerto?

—Muñeca... no puedo decirles que nos esperen, porque no somos las únicas personas en ese avión— señala—. ¿Por qué no te preparas y sigues durmiendo en el viaje?

—Porque sé que Brass no va a dejarme dormir— me quejo—, ya me lo advirtió. Dijo que estará todo el viaje parloteando.

Demian se ríe.

—Le diré a Viktor que lo amordace, ¿Te parece?

Abro los ojos y él se aleja un poco de mí para que pueda voltear y mirarlo a la cara.

—¿Lo prometes? —él me da una sonrisa que derrite todo mi cuerpo y me besa.

—Lo prometo, muñeca. Ahora alístate, que debemos tomar un vuelo.

Me da otro beso rápido antes de salir de la cama y comenzar a vestirse. Me estiro antes de hacer lo mismo.

Lo cierto es que estoy bastante entusiasmada, porque los cuatro— Brass, Viktor, Demian y yo— vamos a viajar a Rusia. La idea me revolvió algunos malos recuerdos al principio, pero, en realidad, terminó por ganar lo positivo.

Demian y yo llevamos casi un año juntos — hemos puesto como fecha oficial el día de la cena en el restaurante, luego de que él regresara de Moscú y estamos próximos a cumplir doce meses juntos.

Siendo honesta, pensé que la necesidad que tenemos el uno por el otro se apaciguaría con el tiempo, pero no sucedió. Lo cierto es que sigo teniendo la misma atracción por Demian Pavlov y me siento igual de afectada e idiota a su alrededor como hace un año. Desde que entró a mi vida... o yo entré a la suya, mi mundo dio un giro de ciento ochenta grados. Para empezar, luego de graduarme comencé a trabajar en la universidad, junto con Isla Simone. Nos volvimos buenas amigas, al igual que con Gemma y logramos conectar. Es divertido trabajar con ella, al menos hasta que se tomó licencia por maternidad. Su hija, Naila, nació hace unos meses y es una bebé preciosa. Ella, Killian— su esposo— y su otro hijo, Mateo, están felices con la niña.

Me mudé con Demian poco después de recibir mi diploma. Vivimos en su departamento y Viktor se ha mudado a mi antigua habitación en el departamento con Brass, pero en realidad, duermen juntos.

Pensé que adaptarme a vivir con mi novio — que además tiene tendencias a querer dominarlo todo— sería un poco más complicado de lo que en realidad fue. Nos acoplamos bien, de hecho, aprendimos a movernos con el otro y realmente puedo decir que cada día aprendí algo sobre él, que, en realidad, fue lo que más me gustó de la convivencia. Además de todo el sexo, claro.

¿Para qué negarlo? No hay forma de que me canse de la creatividad de Demian.

Skinner entra en la habitación, maullando mientras yo termino de ponerme los pantalones y las botas. Hace algo de calor aquí, pero en Rusia está nevando y la idea de llegar allá y poder ver nuevamente el paisaje blanco y hermoso de Moscú, me emociona.

Sinestesia | ¡Pronto en físico! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora