"Nadie pone remiendo de paño nuevo en vestido viejo, porque tal remiendo tira del vestido y se hace peor la rotura. Ni echan vino nuevo en odres viejos; de otra manera los odres se rompen, el vino se derrama y los odres se pierden; pero echa el vino nuevo en odres nuevos, y lo uno y lo otro se conserva juntamente".
(Mateo 9.16-17. Reina-Valera,1995).
En algún momento de la vida, existió un tiempo en el que fuiste conocido por tus actos, así como llegará otro en el que serás reconocido por tus hechos. La forma en que las personas te perciban dependerá del momento en el que coincidan contigo. Sin embargo, quien se dedica a condenar a otros únicamente por sus errores o su pasado está, en realidad, reflejando su propio estancamiento. Al carecer de superación personal, le resulta difícil proyectar ideas de progreso y mejora en los demás. Es decir, como esa persona no avanza, asume que los otros tampoco lo han hecho. Debemos recordar que el ser humano fue diseñado con la capacidad de rectificar y reinventarse. Así lo expresa el rey Salomón: "Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora" (Eclesiastés 3:1, Reina-Valera 1995). Y también: "Hay tiempo de plantar y tiempo de arrancar lo plantado" (Eclesiastés 3:2, Reina-Valera 1995). En otras palabras, siempre tenemos la oportunidad de volver a empezar.
No obstante, cuando no se tiene certeza de lo que alguien puede llegar a ser, se tiende a juzgarlo únicamente por el momento que atraviesa. Por ello, a veces, para crecer, es necesario romper los lazos que nos atan a la mediocridad, ya sea en el ámbito material o espiritual. Si nos aferramos a esos lazos, siempre seremos subestimados o condicionados por lo que otros creen saber de nosotros. Quedamos atrapados en su percepción, como bien se dice: "Ningún profeta es aceptado en su propia tierra". De manera similar, el Señor enseñó: "Nadie pone remiendo de paño nuevo en vestido viejo" (Mateo 9:16, Reina-Valera 1995). En otras palabras, quien se aferra al pasado no podrá avanzar en el presente. Esto queda claro en el episodio en el que los discípulos de Juan el Bautista se acercaron a Jesús con una inquietud: "¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos, y tus discípulos no ayunan?" (Mateo 9:14).
El Evangelio de Marcos (2:18) añade un detalle interesante: no solo fueron los discípulos de Juan quienes hicieron la pregunta, sino también los de los fariseos, quienes se encontraban ayunando. Lucas (5:33) revela que la pregunta fue aún más específica y directa, expresando una especie de crítica: "¿Por qué los discípulos de Juan ayunan muchas veces y hacen oraciones, y asimismo los de los fariseos, pero los tuyos comen y beben?" Más que una pregunta, esto parece un reclamo. Sin embargo, Jesús, con sabiduría, les respondió: "¿Acaso pueden los que están de boda tener luto, entre tanto que el esposo está con ellos?" (Mateo 9:15, Reina-Valera 1960).
Estar "de bodas" es una metáfora que representa el grado más elevado de espiritualidad. Simboliza una relación profundamente cercana e íntima con Dios, un estado en el que se experimenta la plenitud de su presencia y esplendor. Este era el privilegio que disfrutaban los discípulos de Jesús: un nivel de conexión exclusiva con él. Así lo expresa Mateo 13:10-11: "Entonces, acercándose los discípulos, le preguntaron: ¿Por qué les hablas por parábolas? Él, respondiendo, les dijo: Porque a vosotros os es dado saber los misterios del reino de los cielos, pero a ellos no les es dado" (Reina-Valera 1995). En otras palabras, Jesús les estaba explicando a los discípulos de Juan y de los fariseos que, mientras él estuviera presente, sus seguidores no tenían necesidad de ayunar, porque estaban "de bodas". Jesús es el esposo de nuestra alma, y sus discípulos simbolizan a la esposa, quien es protegida, cuidada e instruida por su esposo. Por lo tanto, estando junto a él, no les faltaba nada. Así lo confirma Lucas 22:35: "Les dijo: Cuando os envié sin bolsa, alforja ni calzado, ¿os faltó algo? Ellos dijeron: Nada". Sin embargo, Jesús también les anuncia, por primera vez, que llegará el momento en que el esposo será quitado de ellos. En ese tiempo, tendrán que ayunar, entendiendo el ayuno como una práctica de abstinencia —ya sea parcial o total— que permite enfocarse completamente en un objetivo espiritual.
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Un café con Dios 2
SpiritualUn Café con Dios 2 - Relatos cortos para esos días fríos... En los momentos de incertidumbre, en esos días donde el frío no solo se siente en la piel, sino también en el alma, Un café con Dios 2 llega como un refugio de fe y esperanza. Este devocio...
