Hace algún tiempo escuché una de las mejores definiciones de amor que jamás haya oído, y la encontramos en Efesios 5:28-29: "Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama. Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida". (Reina-Valera, 1995).
Las palabras clave de este versículo son "sustentar" y "cuidar". El término "sustentar" significa alimentar. Nutrirnos es el proceso mediante el cual sobrevivimos y crecemos. El libro de Lucas 2:52 explica que: "Jesús crecía en sabiduría, en estatura y en gracia para con Dios y los hombres". Así, el término "sustentar" no solo se refiere a la alimentación física, sino también al desarrollo y maduración en los cuatro aspectos en los cuales Jesús creció: cognitivo, físico, espiritual y social.
Cuando nos amamos a nosotros mismos, nos preocupamos por nutrirnos con todo aquello que nos permita alcanzar el desarrollo y la madurez en estos cuatro aspectos. Por otro lado, "cuidar" significa proteger, es decir, aquello que amas lo resguardas, evitando que algo perjudicial le suceda. Al combinar estos dos conceptos, entendemos lo que implica el amor propio: alimentarnos de los elementos que nos permitan desarrollarnos y madurar en los aspectos cognitivo, físico, espiritual y social.
Por lo tanto, si nos amamos a nosotros mismos, nos protegemos de todo lo que pueda impedir ese proceso o propósito. Y, en consecuencia, si realmente amamos a alguien, debemos amarlo como a nosotros mismos, porque si me amo, me ocuparé de proporcionarle a esa persona todo lo necesario para que crezca, y protegeré lo que le impida alcanzar su potencial.
Es crucial comprender que el amor no se mide por lo que uno siente, sino por lo que es capaz de entregar. Si alguien no se ama a sí mismo, le será difícil dar lo mejor de sí y, a su vez, valorar lo que recibe. El amor comienza con uno mismo. Si no te amas, ¿cómo podrás dar lo mejor de ti a los demás y apreciar lo que te han entregado? Amar implica valorar a los demás según el amor que sentimos por nosotros mismos. Por lo tanto, si la persona con la que estás no se ama, le será difícil reconocer tu importancia. Recuerda que el esfuerzo de alguien es un reflejo del amor que tiene por ti.
A veces, lo mejor en la vida es olvidar lo que uno siente y recordar lo que uno vale, porque eso nos llevará a la persona correcta. La persona correcta es aquella que quiere lo mejor para tu vida, tanto como tú lo quieres para la suya. Siempre da lo mejor de ti mismo y nunca esperes menos de lo que te das a ti mismo.
Gloria a Jesús.

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Un café con Dios 2
SpiritualUn Café con Dios 2 - Relatos cortos para esos días fríos... En los momentos de incertidumbre, en esos días donde el frío no solo se siente en la piel, sino también en el alma, Un café con Dios 2 llega como un refugio de fe y esperanza. Este devocio...