Que el mar de tu amor se acerque a mí,
que acuda a mi corazón como un río perdido,
y que su espuma marina, en su itinerante viaje,
desvanezca las huellas que el tiempo dejó en mí.
Porque soy, al fin, una sombra en tu memoria,
una arena que, al besar la sal, se deshace bajo el cielo.
Limo que, al tocar tus aguas, renace,
como en el sueño de lo que no pudo ser.
Hazme recordar el antiguo destino que se oculta
en las bastillas del alma;
báñame con tu esencia infinita,
que despierte de su frío,
y, al sumergirme en tu Ser, Señor, descubra que nunca salí de tu presencia.
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Un café con Dios 2
SpiritualUn Café con Dios 2 - Relatos cortos para esos días fríos... En los momentos de incertidumbre, en esos días donde el frío no solo se siente en la piel, sino también en el alma, Un café con Dios 2 llega como un refugio de fe y esperanza. Este devocio...
