Mis defectos forman la armonía
con la que te contemplo y soy conocido.
Mis debilidades, un río que fluye
hacia el océano eterno de tu amor.
Mis imperfecciones abren la puerta de tu gracia;
como grietas inevitables en el mármol,
me guían, irremediablemente, a tu presencia.
Y entonces, en ese instante intemporal,
bajo tu sombra, agradezco
las hebras frágiles que me tejen de carencias.
Porque de ellas nace la fuerza oculta,
la paz que excede todo entendimiento,
la bondad inexpresable,
y la dádiva que, como aceite sagrado,
se derrama sobre mi alma.
Como la luz oblicua de una tarde sin fin,
se vierte tu gracia:
un rocío único y secreto sobre mi corazón.
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Un café con Dios 2
SpiritualUn Café con Dios 2 - Relatos cortos para esos días fríos... En los momentos de incertidumbre, en esos días donde el frío no solo se siente en la piel, sino también en el alma, Un café con Dios 2 llega como un refugio de fe y esperanza. Este devocio...
