Algunas personas formalizan relaciones amorosas únicamente por interés. Sin embargo, como señala Bauman, este tipo de relaciones, basadas en el interés material y la satisfacción inmediata, tienden a ser menos satisfactorias y más propensas a generar infelicidad. Esto se debe a que carecen de la profundidad y el compromiso genuino que permitan satisfacer las necesidades emocionales profundas de los individuos. En estas relaciones, el objetivo principal no es lo que se puede ofrecer al otro, sino los beneficios que se esperan recibir a cambio, lo que limita su capacidad.
Hoy en día, se suele considerar que el amor es la respuesta a los vacíos internos que nos agobian. Sin embargo, esta concepción no proviene del verdadero amor, sino de un egoísmo disfrazado, donde se priorizan las propias demandas. Cuando estas necesidades no se satisfacen, la relación, el tiempo invertido y todo lo construido se desmorona.
Para el egoísmo, lo más importante son las ganancias y el placer, relegando los sentimientos del otro a un segundo plano. No obstante, debemos comprender que no hay mayor desgracia en la vida que alcanzar el éxito material a costa de perder a quienes nos aprecian de manera incondicional. Así lo advierte el rey Salomón: "Hay camino que parece derecho al hombre, pero su fin es camino de muerte" (Proverbios 16:25, Reina-Valera 1960).
La visión moderna y errónea del amor que predomina en la actualidad no nos enseña a amar a nuestras parejas, sino a verlas como medios para amarnos más a nosotros mismos. Este enfoque fomenta el egoísmo, centrando nuestra atención exclusivamente en nuestras propias necesidades. Ante esto, surge la pregunta: ¿qué significa realmente amar?
Amar, en el sentido bíblico, es reconocer que nuestra pareja es la otra mitad de nuestra alma, y que estar juntos implica complementarnos. Amar es decidir caminar de la mano a través de todas las estaciones de la vida, sin soltarse. Por otro lado, tener relaciones sexuales no es lo mismo que hacer el amor. Tener sexo, en muchos casos, es usar a otra persona para satisfacer un deseo físico, desconectándonos de las responsabilidades inherentes al compromiso. Es priorizar los impulsos instintivos sobre las necesidades del alma. En contraste, hacer el amor es un acto de entrega mutua. Es el encuentro de dos voluntades que buscan amarse sin egoísmo, impulsadas no por instintos, sino por el propósito de dar placer al otro. Hacer el amor es asumir las responsabilidades y desafíos del compromiso; es la expresión máxima del amor, donde dos almas se encuentran y, por un instante, trascienden las limitaciones del cuerpo para convertirse en una sola.
No podemos comparar el placer superficial que puede brindarnos un cuerpo hermoso sin alma, con los besos y caricias de alguien que nos ama de verdad. En conclusión, el verdadero amor no se mide por lo que obtenemos de la relación, sino por lo que somos capaces de aportar a ella. Amar significa dar incondicionalmente, reconociendo que las necesidades del otro son tan importantes como las nuestras.
Gloria a Jesús
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Un café con Dios 2
SpiritualUn Café con Dios 2 - Relatos cortos para esos días fríos... En los momentos de incertidumbre, en esos días donde el frío no solo se siente en la piel, sino también en el alma, Un café con Dios 2 llega como un refugio de fe y esperanza. Este devocio...
