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Narra: desconocid@.

  Oh no, oh no... Son casi las 11:40. Matt va a matarme. Debo trabajar y seguir sus reglas si no quiero que me mande de nuevo a ese terrible cuarto, después de que ayude a relajarse un poco, cosa que odio.

  Desde que mamá se fue y él debe cuidar de mi, ha hecho un trabajo espantoso. De nuevo me pregunto porque mi mamá hacía esos trabajos tan arriesgados, ya lleva casi dos años en la cárcel, y casi le dan luz verde por buen comportamiento. Y ahora soy yo la que debe llevar la casa, junto a la pereza de Matt. Trabaja dos horas y se cansa. ¿Qué diré yo que trabajo desde las 10 de la mañana hasta las 11, casi 12 de la noche?

  Desde que mi padrastro necesita más dinero para sus bebidas. Y mi madre no salga de la cárcel dentro de unos meses, eso, si tiene buen comportamiento, me sigue tocando dejar de estudiar para llevarle más dinero a Matt, para que no me lastime tanto, ya no me alcanza para maquillarme en dónde me deja moretones. Si yo sigo las reglas, que me pone no debería, pero mi adorado jefe no me permite hacerlo. El restaurante necesitaba gente hasta su hora de cierre que fue hace diez minutos. Por lo que camino por las frías calles de Manhattan lo más rápido que puedo, para llegar antes a casa. De todas maneras, solo lo hago por el frío que hace. Seguramente Matt tendrá algo en mente para castigarme por llegar casi una hora tarde.

  Cuando veo como se proyecta mi sombra enfrente de mi. Un auto con las luces puestas realmente fuerte se acerca y yo camino lo más rápido que mis pies me permiten, eso no me da buena espina.

  Siento ahora como los pasos se oyen cada vez más cerca y yo veo lo cerca que está mi portal así que intento adelantar el paso, pero mis pies se enredan y caigo de bruces al suelo, dándole más ventaja al que le dió por seguirme.

  Créame señor, si vivo en esta parte de la ciudad, nadie va a pagar un duro por mí rescate, busquese alguna en las buenas calles. Dice irónica mi cabeza.

  Y así cuando estoy a punto de meter la llave en el cerrojo, alguien toma mi cuerpo y tras ponerme un trapo en la cara, por más que luche por mi vida, caigo en sus brazos.

××××××

  Intento abrir mis ojos, pero siento un fuerte dolor en mi cabeza. No puedo abrir mis ojos por algo que le cubre.

  Y cuando intento moverme siento mis manos atadas detrás de mí espalda, intento moverme más y siento como mis pies también están atados.

  ¿En dónde estoy? ¿Qué pasó?

  Como sea Matt de nuevo con sus juegos raros voy a gritar. Y cuando intento abrir la boca también está cubierta con algo.

       —Está despierta—dice una voz masculina en alguna parte de donde sea que esté.
       —Quitale la venda—dice otra voz masculina.

  Siento las voces lejos y con mucho eco.

       —Iré a llamar a Savannah—dice alguno de ambos, y sus pasos retumbando en el suelo, para luego abrir una puerta y tras dos segundos el cómo se cierra.

  Unos pasos se oyen más cerca, y una clase de movimiento soy capaz de percibir.

       —Te quitaré la venda de los ojos—informa una de las voces masculinas que se quedaron conmigo—, al igual que la venda de la boca. Pero al primer grito, un golpe te va a callar, ¿Entiendes?

  Yo asiento, sin ser consciente de que estaba llorando.

  Me quita ambas vendas y tal como él me dijo que me mantuviese, estoy. Callada y tratando de atenuar mi vista a la poca luz que hay en la habitación que de igual forma me aturde. ¿Cuándo tiempo estuve dormida?

  Estoy en una esquina de la habitación, encima de una colcha de color crema usada. El piso de madera combinaba con las paredes de la habitación vacía. Solo estaba eso, un escritorio, una pequeña lámpara, el chico de ojos tan oscuros como el cielo de noche y yo.

  Escucho como se oyen pasos cerca de la habitación e intento no moverme. No quiero más golpes.

  La puerta se abre y miro la mujer que tengo enfrente. Es muy alta, y esos tacones le hacen ver aún más alta de lo que es. Con cabello negro atado en una coleta y de piel blanca.

       —Hola—me saludo y yo solo la observo—, nos alegra estés despierta.

  Ella cierra la puerta y se sienta en la silla detrás del escritorio.

       —¿Sabes por qué estás aquí, cielo?—pregunta y yo niego con mi cabeza—. No hablas, me gusta. Pero estás aquí, porque alguien vio que estabas pasando un mal momento y quería ayudarte a vivir mejor, que aprendas a vivir como nunca te enseñaron. Y lo importante, pagaron una gran suma por ti. Pronto tendrás una vida mejor. Lejos de ese asqueroso trabajo en dónde limpiabas platos día y noche, y vivirás bien.

  Yo la observo con curiosidad, y dentro de un par de días irás a conocerle.

       —¿A quien?—digo por primera vez y noto mi voz seca.
       —A tu dueño, claro—dice como si fuera una ecuación sencilla.

  Yo sigo llorando sin saber que iban a hacer conmigo ahora. Sin duda lo que decía la chica, que entiendo se llama Savannah, era tentador. No lavar platos y poder tener buena vida. Eso me gustaría, pero ¿Lejos de casa?

  Mamá saldrá de la cárcel dentro de poco, y no sé si me querrá en casa cuando vuelva.

××××××

  Tras unos días más en este lugar tan extraño, en dónde mientras me "alistan", que consistía básicamente en explicarme qué hacer y que no. Estoy de nuevo vendada, sintiendo las vibraciones de que estoy en un coche.

  ¿A quien voy a conocer?

××××××

Holi! Lili aquí! Espero les esté gustando la historia. Quería agradecerles por los 200 leídos y a todos los que leen.

Espero haberlos dejado con la intriga chan chan chaaaan....

Más tarde les subiré otro capítulo mostrándoles mi agradecimiento por todos los que leen :')

Gracias por leer! Xoxo
💕

Pequeñas lecciones.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora