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  Cuando Christian me deja en casa, yo subo a mi habitación a dejar mis cosas y bajar a almorzar con las tontas de Sadie y la niñera

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  Cuando Christian me deja en casa, yo subo a mi habitación a dejar mis cosas y bajar a almorzar con las tontas de Sadie y la niñera.

       —Hola—me saluda la niñera a lo que yo le hago un gesto con la mano—Hola—sigue insistiendo ella, a lo que yo hago lo mismo—. Deja de ser una niña tan maleducada y saluda. Tengo el mismo derecho que Christian a darte unas buenas nalgadas ¿Lo sabías?—amenaza sin dudarlo.
       —Si lo sabía, otra cosa es que me dé la gana de hacerte caso—y en eso entra la ama de llaves dejando la comida para mí y para Sadie.

  Ella no me dice más nada y creo que ya le quedó más que claro la relación que quiero tener con ella.

  Se distrae además con Sadie que no quiere comer, lo cual le agradezco internamente.

       —Venga Sadie, tienes que comer cariño—ella niega con su cabeza apartando la cabeza de donde ella tiene su cuchara y a la vez empujando la mesita que tiene enfrente—. Eh—la llama para que le mire—, eso sí que no señorita.

  Ella sigue quejándose y mientras tanto yo termino de comer y me levanto de la mesa.

       —Iré a hacer deberes, no me molesten—y así subo a mi habitación dejando a Sadie peleando con la niñera por la comida.

  Dios, es que son tan para cual. Ambas son unas personas tremendamente irritantes. Pero al menos eso les mantendrá alejadas de lo que quiero hacer.

  Hoy iba a ver a Thomas lo cual me emocionaba muchísimo. Como no sabría a qué hora llegaría, si que me puse a hacer deberes para así avanzar un poco con biología y matemáticas.

  Cuando la niñera ve que después de insistir media hora, no consigue que le dé un bocado a más nada, ella se rinde y decide sacarme de la silla del demonio

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  Cuando la niñera ve que después de insistir media hora, no consigue que le dé un bocado a más nada, ella se rinde y decide sacarme de la silla del demonio.

  La cuna la acepto, al igual que el biberón. Pero lo que son la silla del coche y esa desgraciada, lo las aguanto.

  Ella me toma en brazos y me sienta en el mesón de la cocina con mis pies colgando de ella.

       —¿De que quieres tú leche hoy, cariño?—pregunta cariñosa mientras saca las cosas para preparar el biberón.

  Sonará masoquista o todo lo que tú quieras, pero adoro beber del biberón. Es algo que me relaja tanto, es uno de mis momentos favoritos del día. Y que Christian me compre sabores como vainilla, chocolate, fresa o coco, es algo que lo hace aún más placentero.

Pequeñas lecciones.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora