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Maratón 2/7  Cuando los resultados estuvieron listos, tanto el alergólogo, como el pediatra de Mía se acercaron y viendo que Mía ya estaba mucho mejor, tras ponerle una vía para hidratarla, estaba dormida pues quedó agotada tras hacer los exámenes...

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Maratón 2/7
  Cuando los resultados estuvieron listos, tanto el alergólogo, como el pediatra de Mía se acercaron y viendo que Mía ya estaba mucho mejor, tras ponerle una vía para hidratarla, estaba dormida pues quedó agotada tras hacer los exámenes de alergias, la pobre estaba llorando, pero no se rindió y eso me pone muy orgulloso de ella.

  Me citaron fuera de la habitación para hablar de los resultados, y yo solo rogaba en mi interior que no fuera nada. No quiero ver a mi pequeña enferma.

       —Esto es algo poco común, Gilbert. Pero como verás, no es imposible. Mía es alérgica a la leche—dice el pediatra.
       —¿Qué?—digo asustado—¿Que no es algo que se detecta cuando están pequeños?
       —Si que suele hacer así. Pero, como cualquier otra alergia, el cuerpo simplemente rechaza esa comida, y eso ha pasado con la leche—explica el alergólogo—. Pero aparte de eso, el de las alergias salió bien. Ninguna otra alergia aparente, además de la que ya tenía a animales marinos.

  Yo la observo dormir tranquila y me pregunto a mi mismo como seré capaz de hablar con ella y decirle esto.

  Sin duda será un gran cambio, ella lo entenderá, es muy inteligente, pero no quiere decir que esto no le afecte a sus sentimientos, que la conozco muy bien.

       —Si no les importa, ¿Podría ser yo quien le dé la noticia?—les pregunto a lo que ellos asienten resignandose.
       —Lo sentimos mucho, Gilbert—dice el pediatra y yo asiento—. Imagino debe ser difícil, pero ya te digo yo, que con todas las facilidades que tenemos ahora, ese no será ningún problema. Tal vez cueste adaptarse, pero no es imposible.

  Yo asiento sin dejar de verla.

       —Nos gustaría dejarla hoy en observación, para que termine de hidratarse y solo ver si ocurre alguna otra cosa ¿De acuerdo?—dice el alergólogo y yo vuelvo a asentir.

  Algunos me llamarán dramático, pero desde que tengo a esa niña bajo mi cuidado ha sido mi todo.

  Dirán que no es mi hija de sangre, pero a mí me da igual, ella es Mía. Mi adorable niña. Y con cada enfermedad yo sufro con ella.

  Cuando nos despedimos vuelvo a entrar al cubículo y la miro con sus ojitos cerrados, al fin durmiendo en paz.

  Yo le acaricio la cabeza y ella poco a poco abre sus ojos.

       —Lo siento peque, mi intención no era despertarte.

  Ella me sonríe. Ahí está de nuevo mi pequeña sonriente.

       —¿Nos vamos ya a casa?—me pregunta y yo meneo mi cabeza de forma negativa.
       —Nos vamos a una habitación más chula dentro de poco, ¿Qué tal?—le digo esperando a que se anime y ella borra su sonrisa—¿Qué pasa mi princesa?
       —¿Entonces estoy muy enferma?—dice triste.

  Yo abro mis ojos como platos.

       —Nada que ver tesoro, te quieren dejar en observación, para asegurarse de que nada te pase.
       —Entonces, ¿No es nada?—pregunta esperanzada.

  La observo. Miro su pequeña cabecita. Su hermosa cabecita pelirroja. Sus ojitos azules achinados, y las pequeñas pequitas que los acompañan debajo de ellos.

  Me mira esperanzada de que no sea nada. Pero mentirle, y en esto, no está bien. Y creo que ya le he mentido demasiado.

       —La verdad peque... Es que si es algo.

  Su rostro esperanzador cae. Y ya deja de mirarme.

       —¿Soy alérgica a más cosas?—pregunta en un hilo de voz.

  Yo trago y respiro hondo.

       —Eres alérgica a la leche, cariño—ella me mira inexpresiva.

  Mía. Mía es la chica más expresiva que he conocido nunca. Si está enfadada se le nota. Si está triste se le nota, si está feliz, lo mismo. Pero su rostro de ahora no lo conocía.

  Nunca quise tener hijos. Se me hacen la cosa más horrible con la cual tratar. Lloran y su estado de ánimo cambia de un segundo a otro.

  Pero el día que vi a Mía fuera de mi bar. Joder. Esa pequeña pelirroja tenía algo. Su forma de expresar la seguridad en su misma. Y su carita. Tan dulce como nada.

       —Eso es que no puedes comer ni leche, ni ques...
       —Ya sé lo que significa papi...—su tono de voz suena triste.

  Y cuando la conocí quise cuidarla. Tenerla bajo mi ala. Y cada vez que ella sufre, yo sufro.

  Ella solo me observa y vuelve a tenderse en la cama dándome la espalda.

       —Cielo, ¿Quieres hablar?—le pregunto comprensivo.

  Ella solo mueve su cabeza de forma negativa.

       —Quiero descansar—pide y yo solo suspiro.
       —Lo siento mucho tesoro...—le doy un abrazo, mientras acaricio su cabeza.

  Pronto llega la enfermera a llevarnos a una habitación más grande en el décimo piso.

××××××

  Observo la espalda de Mía. Noto lo triste que está. Normalmente en momentos así, cuando estamos ella y yo solos, le gusta hablar mucho, contarme cosas, y yo con sus ocurrencias me río y soy el papi más feliz del mundo, pero verla así me parte el corazón.

  Apago la televisión que estaba en un tono de voz muy bajo.

  Me levanto de mi silla y me acerco a ella. Nos darán de alta en unas horas, y he estado pensando una manera de animarle.

       —Cielo...—le digo acariciándole un brazo.

  Ella suspira voltenadose, y me mira con sus ojos llorosos y oigo como mi corazón de rompe un pequeño pedazo.

       —Dime papi—me murmura. A pesar de que está triste, sigue siendo la niña más dulce del mundo.
       —Sé que esto nos tomó por sorpresa, y que no nos gusta. Pero lo superaremos, peque ¿Si?

  Ella suspira de nuevo.

       —¿Nunca más comer pizza? Ni chocolate, ni leche chocolatada.

  Cuando me dice eso, ya sé porqué está triste.

       —Lo sé cielo, pero tenemos un par de ventajas muy importantes, no tienes más alergias, ya estás apunto de recuperarte y podremos irnos a casa dentro de poco, ¿No te parece bien?—le acaricio la mejilla. Y ella me sigue observando triste—¿Y sabes que?
       —¿Qué papi?—dice tierna.
       —Si tu no comerás, ni pizza, ni barras de chocolate, ni leche chocolatada, yo tampoco lo haré.
       —¿Dejarás de tomar leche por mí?—pregunta sorprendida.
       —Pues por supuesto que sí, y además no va a ser el fin del mundo ¿Si? Hay muchas cosas con que sustituirlo, leche se soya, avena, coco, avellanas, encontraremos la que te guste. Haré esto lo más ameno para ti mi amor, ¿Si?

  Ella me abraza y casi que muero de ternura.

        —Gracias papi—me murmura al oído.

××××××

¿Qué tal el segundo capítulo del maratón?
Les está gustando?

Gracias por todo el apoyo
Xoxo
Lili 🦋✨

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