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Maratón 4/7

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Maratón 4/7

  Tras colgar la llamada con Savannah de dar la información de la chica a la que decido ayudar, las manos me sudan y el corazón me sigue palpitando muy muy fuerte.

  Así que llamo a mi número de emergencias.

       —Hola Hugo, justo ahora no pued...—suena agitado y al fondo se oyen unas risas, asumo que de Mía.
       —Lo hice—le digo sin importar de lo que me dice. Hay un par de segundos de silencio en la línea a pesar de la risa de Mía al fondo.
       —Mía—dice él algo serio pero aún con dulzura en su voz—¿Puedes darle a papi un momento que Hugo quiere hablar conmigo?—escucho un par de cosas más hasta que él se aclara la garganta—¿Hiciste lo que creo que hiciste?—me dice aún serio.
       —Estoy asustado. Me dice que dentro de un par de días me llamará. ¿Cómo se supone que aguante un par de días? Me está dando un ataque...—le comento eufórico por mí forma de hablar y el sudor de mis manos.

  Él da una pequeña risita.

       —Está tranquilo, ¿Si?, al principio será difícil, tanto para ti, como para ella. Pero saldrá bien. Quédate tranquil...—se calla un par de segundos callado—Mía... No saltes en la cama—siguen escuchándose ruidos y risas, lo que también me hace sonreír, Mía es la niña más adorable del mundo.
       —¿Y si no sale como espero?—digo nervioso, sé que ahora no puedo ir atrás ya que Savannah habrá empezado con todo para traerla aquí—... La verdad... No sé ni porque te llamo, solo quería consejos del último que tuvo una niña...
       —En dado caso... Tenías que llamar a Christian...
       —Él no da tan buenos consejos como tú—me quedó callado un par de segundos meditando—lo siento por llamarte... Te dejo.
       —Ven a verme mañana. Sé cómo funciona lo de Savannah. Se tardan un par de días para planearlo y puedes cancelar perfectamente en caso de que no te sientas preparado. Ven a mi casa y hablamos y convives con Mía mañana, y ves si de verdad es lo tuyo...

  Se me prende el foco inmediatamente.

       —¿Puedo cuidar de Mía el fin de semana?—le pregunto. Si puedo manejar a Mía, cualquier cosa podría hacer, ¿No?
       —¿Qué?—dice de la nada asustado.
       —Déjame cuidar de ella. Así sabré de verdad si quiero y estoy preparado.
       —Yo...—se detiene pensativo—De acuerdo... Pero debes saber que Mía es un caso aparte, y aunque parece un chica fácil... No lo es, ¿Entiendes?—me pregunta y yo trago en seco pensativo.
       —Entiendo, prefiero correr el riesgo.
       —Pues de acuerdo. En dado caso. Tendrás que venir el viernes por la tarde y así hablar de todo lo que necesitas saber.

  Ay no... En qué me metí.

××××××

  Mientras conduzco a casa de Gilbert me sudan las manos. Cuidaré de Mía dos días.

  Mía no es una niña de portarse mal, la conozco desde que era muy pequeña, pero no sé que tenga Gilbert planeado pero mí.

  Al llegar a su casa, tras entrar por su portal y estacionar mi auto, me bajo y el ya está esperándome en la puerta con Mía.

  Ella apenas me ve, corre y tras yo cogerla en brazos me da un abrazo.

       —Tenías tiempo sin venir a verme tío Hugo—me dice y yo le sonrío.
       —He estado algo ocupado.

   Ella se acurruca en mis brazos y entramos a la casa. Mientras me saluda y me pregunta qué tal me ha ido con la empresa, Gilbert me quita a Mía de los brazos para que pueda quitarme el abrigo y dejar mi maleta con ropa y sentarme con él en el comedor.

  Gilbert deja a Mía bien acomodada en la sala viendo una película, y él saca una libreta amarilla.

       —Aún Mía no sabe nada, así que, primero hablamos tú y yo—dice seriamente—. Esto no es un juego ¿Vale? No lo digo sólo por mi princesa, lo digo por lo que sea que decidas hacer, ya sea traer a esa niña o no, cuidar de alguien es una responsabilidad.

  Yo asiento.

       —Haré lo mejor que pueda, eso no lo dudes—le digo yo.
       —Bien—dice conforme—. Te explicaré un par de reglas básicas que tengo con Mía, y un par que agregué para ti y la que sea tu niña.

××××××

  Tras estar un par de horas hablando, pronto llegó la noche. Por todo lo que hablamos debería de e estar más calmado, pero todo lo contrario. Estoy más nervioso que antes. Elle vino a preparar la cena, y cuando estuvo lista Gilbert llamó a Mía.

  Ella se sienta en la mesa con una sonrisa y todos empezamos a comer. Ella nos contaba de su serie y de cuánto le gustaba. Hasta que la mesa queda en silencio de nuevo y todos seguimos comiendo.

       —Mía—le llama Gilbert y yo trago en seco, ella levanta la cabeza de su plato y nos observa—, el tío Hugo quiere tener a una niña cómo tú, ¿Sabes?

  Ella me mira aún contenta.

       —Pero, no está aún seguro de si de verdad quiere o no—ella asiente tomando su vaso de zumo—. Así que, se quedará aquí el fin de semana y él se encargará de ti.

  Deja de beber su zumo y nos observa detenidamente sin expresión alguna.

       —Las reglas de siempre se mantienen y deberás obedecerle o de igual forma el podrá castigarte, ¿De acuerdo?

  Ella asiente.

      —¿Y tú dónde estarás?—pregunta dulce.

  Él le sonríe.

       —Muy cerca. En la casita de invitados del jardín, me quedaré allí junto a alguien más. Y sólo Hugo podrá llamarme en caso de que algo pase o tú o él no puedan más, ¿De acuerdo?

  Ella vuelve a asentir poco convencida.

       —Empezaremos mañana ¿Si?—le digo yo y ella me observa como un rival.

Ay no...

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