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  Mi hermana es una listilla

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  Mi hermana es una listilla. Si que lo era.

  Era sábado y nos acababa de soltar la bomba a mí y a Charlie de que teníamos que llevar a Olivia a comprar unos zapatos.

  ¿Saben cuál es el problema de esta misión?: Olivia.

  Esa niña adora el color rosado, y lo quiere en absolutamente todo lo que le compremos.

  Pero, como no puede llevar rosa a todas partes, la misión de comprarle unos zapatos que no sean rosas y se los quiera poner, ha incrementado su nivel.

  Por lo que ahora, Charlie va conduciendo y yo de copiloto, mientras que Olivia va atrás en su sillita.

  Yo le paso un pañuelo y ella se seca las lágrimas y se suena la nariz. La noticia de que iría con nosotros y no con su mami, como verán, no ha tenido un buen impacto en ella. Meterla en esa silla fue todo un reto, pero al menos ya estaba más calmada.

       —¿Te la pasaste bien el jueves?—pregunta Charlie para distraerla un poco, para llegar al centro comercial aún faltaba un poco así que era mejor ir cambiando de tema.

  Ella asiente sin mirarnos.

       —¿Qué habéis hecho?—dice mirándola por el espejo retrovisor.

  Ella se voltea y nos ve por primera vez en todo el trayecto, vale, la táctica está funcionando.

       —Mía llevó unos kits para hacer manualidades que mi mami aprobó porqué no necesitaba tijeras—dice un poco más calmada.
       —Cuéntale que hiciste cariño—le insisto.

  Ella me da una media sonrisa.

       —Pues son unas pequeñas ranitas hechas con origami, ¿Y sabes qué?—dice con ilusión.
       —¿Qué?—dice Charlie siguiéndole el juego.
       —¡Las ranitas pueden saltar!—dice alegre—. Hice de muchos colores, las tengo en mi habitación, podríamos hacer una carrera con ellas al volver. La rosa es mía, pero tengo muchos colores que pueden usar.
       —Me parece una gran idea—dice Charlie.

  Tras una petición de Olivia a poner la radio. Escuchamos un par de canciones y así poco a poco llegamos al centro comercial.

  Tras bajarnos del coche, Olivia se pone colorada y se paraliza ante mis ojos.

       —¿Qué pasa cariño?—pregunto yo preocupado.

  Y cuando veo una lágrima asomar su ojo, puedo intuir que pasa.

       —¿Te haz mojado el pañal?—le pregunto a su altura y ella asiente—¿Te parece si vamos rápido al baño a cambiarte?—digo quitándole importancia para que no se frustre. Últimamente se preocupa mucho por cosas tan simples como esta y le causan mucha ansiedad, así que intentamos ayudarla a superar este tipo de cosas.

Pequeñas lecciones.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora