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       —Vamos peque, ¿No te gusta?—le insisto del vestido que le mandé a comprar hace un par de días

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       —Vamos peque, ¿No te gusta?—le insisto del vestido que le mandé a comprar hace un par de días.

  Ella niega con su cabeza de nuevo. Llevo más de diez minutos intentando que Sadie entre al baño y se ponga el vestido que le compré.

       —Ese amarillo es muy banana—dice tímida y yo río.
       —¿Banana?—digo incrédulo cogiéndola en brazos y poniendo mi boca cerca de su pancita para hacerle cosquillas a lo que ella ríe.

  La ropa sigue siendo un problema desde siempre, muy rosa, muy blanco, muy azul, muy verdoso. Nunca está conforme. Y este vestido no era la excepción. Pero a parte de esos mini berrinches que intento solucionar, ha sido increíblemente muy buena niña.

       —¿Te lo vas a poner?—le digo divertido parando las cosquillas a lo que ella niega con su cabeza de forma divertida como si fuera un buen chiste lo que le cuento.

  A lo que vuelvo a hacerle cosquillas y ella ríe. Yo me detengo y la siento en la mesedora para hablar con ella, he descubierto que es su lugar favorito además de su cama, a esta señorita no hay quien la levante por las mañanas.

       —Si no te lo pruebas, ¿Cómo vas a saber si te queda bien?—ella encoge sus hombros—. Pruébatelo, ¿Si?—le ánimo y ella asiente a regañadientes.

  Al salir, el vestido le queda espectacular. Se ajusta muy bien a su pequeño cuerpo.

       —¡Que guapa!—digo yo a lo que ella se sonroja. La tomo en brazos y ella se esconde en mi cuello—¿Te gusta como te ves?—le pregunto. A pesar de que a mí me parezca que está guapa, es muy importante para mí saber su opinión, y si no le gusta, tendrá toda la libertad de ponerse otra cosa.
       —Si, no parezco una banana gigante como imaginé—dice tímida aún en mi cuello.
       —En dado caso eres la bananita más bonita que he visto en mi vida—la lleno de besos a lo que ella ríe—¿Lista?—le digo y ella vuelve a asentir.

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  Me miró en el espejo con el vestido que Gilbert escogió para mí

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  Me miró en el espejo con el vestido que Gilbert escogió para mí. Ese hombre tiene un gusto increíble, tal vez mucho más que la mitad del país.

Pequeñas lecciones.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora