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Maratón:5/7

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Maratón:5/7

  Suena el despertador y mientras abro mis ojos veo la hora: 6:30.

  Joder, ¿Este hombre nunca descansa?

  Me levanto cómo puedo de la cama, y tras lavarme la cara salgo a despertar a Mía. Gilbert ya me dijo lo que tenía que hacer Mía hoy, y menuda lista.

  Entro en la habitación de Mía lo más silencioso posible y comienzo a abrir las cortinas.

       —Buenos días bichito—le digo calmado-. Tienes natación en una hora-le informo.

  Ella se remueve entre las sábanas.Y yo me siento a su lado y le acaricio la cabeza.

       —Venga, ponte el bañador y a desayunar, ¿Si?—ella niega con la cabeza y se acomoda en la cama—¿Cómo que no?-le digo divertido y empiezo a hacerle cosquillas en la barriga y ella ríe a carcajadas-¿Ahora sí te vas a parar?—le digo con una sonrisa y ella vuelve a negar con una sonrisa, por lo que vuelvo a hacerle cosquillas y al terminar la alzo en mis brazos—¿Desayunamos?—ella asiente y se recuesta en mi hombro.

  Al terminar ella estuvo lista para ir a la piscina, la entrenadora dijo que hoy lo haríamos fuera por lo que salimos y ella empezó con su entrenamiento.

       —¡Brazos rectos Mía!—le grita su entrenadora.

  Ella se detiene a mitad de la piscina.

       —Vuelve a empezar—le dice cansada.

  Ella nada hasta la orilla de la piscina y vuelve a empezar. La entrenadora no me gusta para nada y varias veces pensé en ir a decirle que parase de decirle esas cosas tan duras a Mía, pero por suerte ya se acabó.

  Después de dos horas el entrenamiento, ella sale de la piscina derrotada.

  Yo voy por ella y la tomo en brazos y ella empieza a llorar.

       —¿Que pasa cielo?—le digo acariciando su espalda.
       —No quiero más hacer esto—sigue llorando.
       —¿A qué te refieres?—le pregunto enternecido.
       —Ella es muy dura conmigo—me dice y me quedo por primera vez sin palabras.

  Yo definitivamente tengo que hablar con Gilbert, se nota que lleva tiempo guardandoselo.

       —Qué te parece si después de tu clase de piano vamos al centro comercial, ¿Te apetece?

  Sus ojos brillan de felicidad y asiente.

  Ella se mete a bañar, y me dice que al terminar va a tener que ponerse a hacer deberes. Por lo que mientras me siento a hacer cosas en el ordenador.

  Cuando al fin su clase de piano acaba ella se cambia de ropa y salimos de casa.

       —¿Y a qué vamos al centro comercial?—me dice ella desde la parte trasera del coche.
       —Pues a dar una vuelta, a pasar el rato, ya sabes...
       —¿No es un mal uso del tiempo libre?—dice ella preocupada.
       —Claro que no cariño—digo dejándola de ver por el retrovisor y mirando a la carretera y detengo el coche en el semáforo.

  Ella se queda pensativa.

       —Ni siquiera comimos algo antes de salir—argumenta con mucha lógica.
       —Pensaba que podíamos comer algo en la feria de comida ¿Quieres?—vuelvo a mirarla por el espejo.

  Ella se queda pensativa de nuevo.

       —A papi no le gustan las ferias de comida, dice que todo tiene mucha grasa.
       —Buscaremos algo que no, ¿Si?—sigo en mi labor de convencer a Mía, que niña más complicada

  Miro su cara llena de preocupación.

       —¿Y si mejor volvemos a casa y hacemos lo que está en la lista que dejó mi papi?—dice nerviosa.
       —Cariño, deja de preocuparte. Quiero que vayamos y veas cosas que te gusten y te distraigas un poco ¿Si? Deja de agobiarte.

  Ella inhala y luego exhala.

        —De acuerdo tío Hugo.

  Llegamos al centro comercial en el que tardo poco en encontrar un puesto en el cual estacionar.

  La observo de nuevo antes de bajarnos, con su cabello pelirrojo atado en dos trenzas de raíz, y con su abrigo amarillo bien y su falda gris.

       —¿Lista?—le digo tratando de animarla.

  Ella asiente y tras quitarnos el cinturón de seguridad, nos bajamos del auto y nos dirigimos directo a las tiendas.

  Apenas subíamos las escaleras mecánicas ella toma mi mano asustada y yo la observo tierno.

  Mientras paseábamos notaba como ella se relajaba, me mostraba cosas que le hacían ilusión y de las cuales aprendí mucho de cosas de chicas.

  Ella después de insistir mucho, logró llevarse una libreta de brillos, un vestido blanco y un peluche de dinosaurio. Qué por cierto, debo llevar yo.

  Después de dar vueltas, Mía me deja saber que tiene hambre, por lo que nos decidimos acercar a la feria.

  Ella decide que no hay nada que le apetezca para comer, por lo que yo sin saber mucho de que suele comer Mía ,y algo que me aseguraba la cajera que era un producto adaptado para aquellos que eran alérgicos a la leche, decidí comprar una pizza de ocho pedazos para ella y para mí.

       —¿Seguro que no tiene nada de leche?—pregunta al verme llegar con la bandeja con la comida y bebidas.
       —Seguro bichito, hablé con la cajera y eso fue lo que me dijo.

  Ella asiente y empezamos a comer.

       —¿Ya no tienes novia?—dice de la nada.

  Yo trato mi pedazo de pizza y le niego con la cabeza.

       —¿Por qué?—dice curiosa.
       —Porque a veces los adultos tenemos diferencias que se solucionan estando separados.

  En realidad, ella me engañó. Pero creo que eso suena más bonito.

        —¿Y por eso vas a traer a una niña?—asume y yo niego.
       —Pues no. Prefiero invertir ese tiempo, en vez de buscar a alguien que me romperá el corazón, en alguien que necesite un lugar seguro.

  Ella me mira con pena.

       —Pues va a tener mucha suerte de tenerte aquella chica que traigas, si eres un gran tío, que diré de padre—dice alegre y yo le sonrío.

  Yo también espero eso pequeña...-piensa mi cerebro.

  Al terminar la comida, decidimos dar un par de vueltas más por el centro comercial, por lo que a lo lejos, observo a lo lejos una sala de juegos.

       —Bicho—le digo y ella sin soltarme la mano me mira—¿Quieres ir a jugar un rato?—le señaló la sala.

  Sus ojos brillan de nuevo y después de que corriera en el último tramo hasta llegar a la sala, empezamos a hacer la fila para cambiar el dinero por las fichas.

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¿Pensaban que estaba muerta? Pues no y lamento no haber podido cumplir el maratón, pero puedes seguir leyendo, así que no pares :)

Pequeñas lecciones.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora