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  Al llegar a casa, tanto a Charlie, como a mí, nos sudaban las manos, era un hecho de que Heather nos iba a matar

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  Al llegar a casa, tanto a Charlie, como a mí, nos sudaban las manos, era un hecho de que Heather nos iba a matar. Mientras Olivia iba muy tranquila en su silla, nosotros estábamos a punto de sufrir un ataque de pánico.

  Al estacionar el coche, nos bajamos y ella corre a la puerta con sus zapatos nuevos puestos. Estaba tan impaciente que se quitó sus zapatos favoritos hasta el momento, que eran unas Vans rosadas, por sus zapatos nuevos.

  Abrimos la puerta nerviosos y lo primero que hace es llamar a su mami a gritos para mostrarle su nueva adquisición.

       —Hola cariño—le saluda dulce saliendo de la cocina y ella se tira encima de Heather.

  Al soltar el abrazo, Olivia de la manera más tierna posible modela sus nuevos zapatos y podemos ver que Heather intenta disimular su cara de disgusto al verlos.

       —¿Te gustan?—dice ilusionada.
       —Están muy lindos cariño, porque no vas a la oficina de papi y se los muestras.

  Ella asiente contenta y se va corriendo a la oficina de Brad.

       —Se volvieron locos—dice a penas Olivia desaparece por el pasillo.
       —Trajimos otro par de zapatos además de esos—intento convencerla.
       —Dije que compraran unos zapatos no fueran rosas, ¿Tenía que especificar también que fueran normales?—dice enfadada.
       —En nuestra defensa, no son rosas.
       —Son unas malditas botas de lluvia amarillas, ¿Sabes lo que me costaba quitarle los zapatos rosados para que se bañase? Ahora con unas botas impermeables, es que no va a querer quitárselos ni para dormir.
       —Hicimos un trato—dice ahora Charlie.
       —Ella se llevaba sus botas amarillas de lluvia, si aceptaba ponerse los zapatos que escogieramos nosotros—explico yo
       —Dime que los que hay en la caja son de un color normal.
       —Son unos Converse blancos—digo tranquilo.
       —Bueno, mientras Olivia esté feliz...—dice Charlie intentando calmar los ánimos.

  Y al acabar la frase entra Brad con una Olivia sonriente en brazos.

       —A papi también le gustó mi elección—dice orgullosa.
       —Como no le iban a gustar cariño—dice Heather recibiendo a Olivia en sus brazos y dándole un beso en la mejilla—¿Quieres cenar mi amor?

  Ella asiente y se van a la cocina mientras Brad nos da un golpe por detrás de la cabeza negando al haber cedido a esta nueva adquisición, pero lo hecho, hecho está.

×××××××

  Al sonar el timbre que salgo de mi clase, Olivia ya estaba esperándome

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  Al sonar el timbre que salgo de mi clase, Olivia ya estaba esperándome.

       —¿Te gustan?—dice refiriéndose a sus botas.

  Yo le sonrío ante su alegría por sus zapatos que asumo son nuevos y asiento.

       —Son muy lindos.
       —Los compré este finde y estoy muy emocionada.
       —Ya veo, ya. Si que son lindos.

  Y mientras nos dirigíamos a la cafetería para comernos algo, una persona se nos pone enfrente. Y no es mi sorpresa ver qué es Layla, esta vez sola.

       —¿Por qué quieres ridiculizarte enfrente todos, Olivia?—pregunta en voz alta.
       —¿Disculpa?—dice indignada, y ese tono dulce con el que me había hablado siempre desapareció.
       —Tus botas, son ridículas—dice en tono burlón.

  Yo tomó a Olivia del brazo para que nos vayamos de allí pero ella planta sus pies como un árbol.

       —Al menos yo no tengo unas patas de cucaracha asomando por mi nariz—dice seria.
       —¿De qué hablas rarita?—dice ahora ella.
       —Ser alta tendrá sus ventajas y desventajas, al igual que ser bajita, pero el problema de los altos que se enfrentan con los bajitos, es que los bajitos podemos ver cosas que ustedes no.
       —Ve al punto mocosa.
       —Mi punto es que si te vas a meter con alguien bajito, ten la decencia de cortarte  los pelos de la nariz.

  Los ojos de Layla casi se salen de sus cuencas y se acerca furiosa a nosotros que tras mi intento de alejarme de Layla y sus problemas, habíamos perdido.

       —Date por muerta, pedazo de mocosa.

  Olivia extiende su brazo y la detiene.

       —Cuando no te pueda ver los pelos de la nariz que parecen patas de cucaracha, hablamos. Hasta entonces, vete a cargar Layla. Un besito, guapa—dice al final con tono irónico.

  Y dicho esto, Olivia me toma del brazo y tras pasar enfrente de Layla que se iba corriendo al baño, nosotras retomamos nuestro camino de ir a la cafetería.

       —No puedes hablarle así.
       —¿Por qué no?—dice en un tono dulce, como si el que pudo antes no hubiera existido.
       —Porque ella es ella, y se meterá más con nosotras.
       —O quedará traumada y más nunca se nos acercará, a muchas posibilidades.
       —¿Y si te acusan?—digo yo preocupada.
       —No lo hará—dice ella segura.
       —¿Cómo lo sabes?—digo en el mismo tono anterior.

  Ella se detiene y se me pone enfrente.

       —Porque ella tendría las de perder, meterse conmigo que voy en B, y contigo que eres menor que ella, la pondría en desventaja, así que no lo hará.

  Dicho esto vuelve a mi lado y llegamos a la cafetería en donde nos sentamos en una de las mesas a comer nuestra merienda.

       —No puedes darle ese control, Mía—dice seria.
       —Lo sé—murmuro.
       —Lo sabes, pero no haces nada.
       —Me pongo muy nerviosa, y no quiero decir groserías.
       —Aunque yo dije groserías al final, viste que al principio no use ninguna y pude darle donde le dolía: en su ego.

  Yo trago nerviosa, estos temas no me gustan mucho.

       —Yo puedo defenderte siempre que pueda, pero tienes que aprender a hacerlo tú.
       —Lo haré—digo con seguridad.
       —Podría enseñarte las cosas que sé—se ofrece dulce.

  Al acabar la fruta que me habían mandado suena el timbre y vamos caminando de vuelta a nuestras clases, y subiendo las escaleras se me ocurre algo, que quería saber de ella que no sabía.

       —¿Y cómo aprendiste tu a defenderte?—pregunto.
       —Sé que no podemos hablar de nuestro pasado, pero puedo decirte que vivía en una parte de la ciudad muy fea y peligrosa, y que eso me formó el carácter, soy muy dulce en mi mayoría, pero no me busques las garras porque las encuentras. Digamos que defenderme era el primer paso si queria sobrevivir.

  Yo me quedo pensativa un tiempo y asiento.

       —Lamento mucho que hayas pasado por todo eso—le digo cuando toca el momento de separarnos.
       —Cosas del pasado, al menos ahora soy feliz.
       —¿Algún día me contarás más?—digo nerviosa, tal vez podamos tener mucha confianza y me cuente de su familia biológica.
       —Tal vez—dice entrando a su salón.

×××××××

Aquí el capítulo que les había prometido, tarde un poco, sorry :')

Estuve terminando trabajos y alguien que ya es muy recurrente por aquí, me vino a visitar de sorpresa, para variar está encima mío queriendo mimos en su cabeza.

Pero si lo extrañaba mucho. Me pide que les mande muchos saludos a todos :)

Gracias por todo el apoyo <3 y nos vemos la semana que viene (espero)

Lili y Theo 🦋✨🌈☄️

Pequeñas lecciones.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora