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Sabrina.

El día para el que tanto me había preparado psicológicamente y físicamente había llegado: La fiesta de cumpleaños de Sadie.

Esta sería en la casa de Mía por unos problemas en la casa de Sadie y allí tendría que actuar en solitario.

Tocan a mi puerta tres veces y yo acepto que pase.

—Te ves hermosa—me dice Hugo al verme con el vestido puesto y tan bien peinada.

Yo me sonrojo y no digo nada. Estoy demasiado nerviosa como para articular palabra.

—¿Estás lista?—yo asiento— Vámonos entonces, no querrás llegar tarde.

Yo niego con una media sonrisa en mi cara.

¿Estoy convencida de que podré hacerlo? No mucho, pero como llegue el lunes a clase sin lo que me pidió Layla, vomitare más que lo que lo hice esta mañana.

Respiro hondo y me subo en el coche. Ya no hay vuelta atrás.

La casa de Mía estaba decorada ligeramente con globos y tenía un par de carritos de comida y varias sillas en el patio para los invitados.

Al cabo de una hora, entiendo que todos los invitados que tenían que llegar, llegaron y noto la fiesta tan calmada. No es mucha gente, la música está en un tono bajo, y las actividades son bastante sencillas. Había mesas para hacer manualidades, juegos de mesa, un trampolín.

Sadie es una de esas personas a las que había visto muy poco, no sé la verdad de porque no va a la escuela con nosotras, pero se ve muy tierna.

Se nota lo tímida que es de lejos, pero recibe a todos con una sonrisa.

Mía me recibe con una sonrisa y yo a ella también. Ella me guía por su casa y me introduce a la fiesta. Olivia y yo nos mantenemos a raya, y hacemos las actividades que nos mandan.

Después de que Sadie abriese sus regalos, vamos a picar el pastel. Y al cantar cumpleaños que Sadie es el centro de atención, busco la manera de escabullirme entre la gente para llegar a las escaleras sin ser notada por nadie.

Mientras me acerco a las habitaciones y trato de descifrar cual es la de Mía oigo como la canción de feliz cumpleaños casi llega a su inevitable fin y sé que debo apurarme.

Abro una de las tantas puertas y finalmente encuentro su habitación. Es enorme, pintada de un rosa claro y blanco. Está llena de juguetes y libros. Todo muy bien organizado.

Cierro la puerta detrás de mi y me pongo a buscar. Abro su closet, busco dentro de la mochila, en su mesita de noche, en su tocador y nada. Cuando oigo los aplausos me comienzo a preocupar hasta que detrás de la puerta, en la pared hay una pizarra de corcho llena de fotografías, medallas y una llave con un llavero con el logo de la escuela.

La tomo sin dudarlo y tras meterla en el bolsillo del vestido salgo del cuarto y comienzo a caminar por el pasillo para llegar a las escaleras. Hasta que veo una cara conocida.

—¿Qué hacías aquí arriba?—pregunta Mía de forma dulce.
—No me sentía muy bien del estómago y el baño de abajo estaba ocupado—le miento vilmente.
—Ah—dice ella preocupada—¿Necesitas algo? ¿Una manzanilla tal vez?

Yo niego con la cabeza. Y ruego que deje de ser tan buena para que lo que acabo de hacer ocupe un poco menos de culpabilidad en mi cabeza

—Nah, creo que ahora que vomité estoy mejor.

Ella me sonríe.

—Bueno, avísame si necesitas algo.

Y sin más sigue caminando hasta llegar a una habitación que no es la de ella y yo bajo las escaleras para terminar la velada lo tranquila y desapercibida que se pueda.

×××

Alguien tiene alguna pista de lo que va a pasar? Ya ven que los estoy consintiendo con un montón de capítulos por mí falta de actividad estos meses, los adoro un montón!!!

Pequeñas lecciones.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora