30

1.8K 103 7
                                    

  Me desperté lo más temprano que pude para poder alistarme a mí y a Sadie

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

  Me desperté lo más temprano que pude para poder alistarme a mí y a Sadie.

  Debía admitir que estaba muy nervioso por llevarla al doctor. Ir a los hospitales tampoco es algo que me emociona, pero que debo hacerlo por su salud. Había intentado retrasarlo todo lo que era posible, pero viendo que come como un pajarito y que sigue estando muy cansada, decidí que era momento.

  Desde el momento que le dije actuó de una forma muy extraña, como si estuviera ansiosa o nerviosa.

  Cuando yo estuve listo con una camisa de botones azul y unos vaqueros, decidí ir a su habitación.

  Ya oía movimiento en la habitación de Layla por lo que me dirigí directamente a su habitación.

  Abro despacio la puerta y camino lo más suave que puedo hasta llegar a la ventana para abrir la cortina.

       —Buenos días princesa—digo suave terminando de abrir la cortina y la veo desperezarse en la cuna—¿Dormiste bien?—le pregunto preocupado y ella asiente con la cabeza aún acostada.

  Me acerco a su cuna levantando las barras y ella sentándose estira sus bracitos, cosa que se ha hecho frecuente desde que paso a buscarla todas las mañanas, y me parece la cosa más adorable del mundo entero.

  La cojo en brazos y tras darle un beso de buenos días en la cabeza, la llevo al baño a que haga sus necesidades y a cambiarse, le dejo el vestido rosa pastel que quiero que lleve y un par de calcetines blancos largos que le llegan hasta las rodillas.

  Yo la espero fuera del baño como siempre y cuando sale, la vuelvo a coger en brazos y la llevo a la mesedora, en donde la siento y comienzo a peinar su cabello. Decido hacerle dos coletas en lo alto de su cabeza, para que se vea adorable y por si tenemos que hacer algo en el médico, su cabello no vaya a su cara.

  No tengo ni idea si habrá que ponerle vacunas, o sacarle la sangre, pero hay que estar preparados.

  Al terminar, la vuelvo a coger en brazos y nos dirigimos a la cocina, en donde ya en la mesa del comedor está comiendo Layla su desayuno.

       —Buenos días—digo entrando.
       —Buenos días—responde ella comiendo.

  Me siento en una silla del comedor junto a Layla, y poco tarda mi ama de llaves en traerle a Sadie una botella de agua. Ya que no sé si le sacarán la sangre o habrá alguna vacuna, no quiero arriesgarme y solo tomará un poco de agua antes de salir.

  Ella toma el biberón y empieza a tomar. Me alegra mucho que lo pueda hacer, además sin vergüenza alguna conmigo o Layla. Ella se recuesta en mi pecho y así esperamos a que Layla termine de comer.

  Cuando es así, la esperamos abajo mientras se lava los dientes y baja con su mochila, y así salimos de casa.

           Espero que no haya drama por esto...–dice mi mente

Pequeñas lecciones.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora