99: Bebiendo vinagre

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—El hermano Zhaoran no necesita ser educado—. Mu Hanzhang dio un paso hacia adelante para ayudar a que Qin Zhaoran se estabilizara, y pedirle que tomara asiento. —No te he vuelto a ver desde el banquete Qiong Lin. Y no esperaba que fueras el Magistrado de Lu Zhou.

Qin Zhaoran miró hacia abajo: —Al relacionarme con la capital me vería en una situación complicada y llena de enredos, por ello no quiero estar mezclado con esas aguas turbias.

—Eso es cierto—. Sonrió Mu Hanzhang. —El Príncipe también consideró eso, así que no te forzó a visitarnos—. En ese momento, Jing Shao escuchó que ambos habían sido compañeros de estudio, así que para que su Wang Fei sólo quedara bien, él planeó invitar al máximo anotador del examen imperial a beber en su Palacio. Después, debido a que Qin Zhaoran no fue, Jing Shao tampoco tuvo de qué preocuparse más. Así que con ese pretexto, Mu Hanzhang solamente, como era habitual, estaba empujando a Jing Shao a realizar buenas acciones.

Al escuchar esto, Qin Zhaoran suspiró: —Está claro que he fallado frente a la bondad del Príncipe—. El que él haya podido llegar a Lu Zhou, un lugar de riqueza y prosperidad, fue el resultado especial de la explicación que Jing Shao hizo sobre él. Eso Qin Zhaoran lo sabía muy bien, así que no estaba en posición de decir nada.

Mu Hanzhang sonrió. Los dos habían estudiado juntos cuando eran jóvenes. Incluso si no se vieron durante algunos años, todavía sentía cerca a esa persona en su corazón, y le preguntó por su situación después de dejar de estudiar con la familia Mu.

—Prometimos que íbamos a estudiar por tres años y tomar juntos el examen imperial, pero inesperadamente ya estás casado—. Qin Zhaoran bajó su mirada, ocultando la melancolía que se proyectaba en las pupilas de sus ojos.

Mu Hanzhang sonrió, pero no le respondió. Agarró su taza de té y tomó un sorbo de ella. Esta nueva residencia tenía en medio un manantial con agua pura, y el té que se preparó con ella cuenta con una fragancia particularmente dulce: —¿Cómo sabías que estoy en Pingjiang?

Al empezar a hablar de eso, el rostro de Qin Zhaoran de repente se puso serio y miró a su alrededor.

Al ver que él tenía algo que decir, Mu Hanzhang sacudió su mano para permitir que sus sirvientes se retiraran. Un guardia especialmente dejado por Jing Shao que no quería irse, después de ser fulminado con aquella mirada, se quedó aturdido parado fuera de la puerta.

—No debes ir a Lu Zhou por unos cuantos días—. Qin Zhaoran frunció su ceño y lucía algo preocupado y asustado.

—¿Por qué dices eso?—. Mu Hanzhang dejó su taza de té, y su expresión también se volvió seria.

—Alguien amenazó mi trabajo como funcionario para que yo me encargue de arrestarte—. Qin Zhaoran le dijo con lentitud.

El cuerpo de Mu Hanzhang se tensó de inmediato e inconscientemente presionó su mano derecha en la vaina de su atesorada espada Hanzhang.

—No temas—. Qin Zhaoran, naturalmente, vio la acción defensiva de Mu Hanzhang, y una sonrisa irónica apareció en las comisuras de su labio. —Sólo soy un erudito, sin mencionar que los fuertes soldados de Cheng Wang están custodiando este lugar. Si quisiera hacerte daño, ¿cómo podría venir aquí en persona...?—. Al seguir hablando, el volumen de su voz no pudo evitar reducirse.

Sólo entonces Mu Hanzhang volvió a sus sentidos y miró a Qin Zhaoran como si estuviera disculpándose: —Estuve en el campo de batalla con el Príncipe durante largo periodo, y algunos hábitos no se pueden cambiar por un tiempo, así que no es de extrañar esto, hermano Zhaoran.





Cuando Jing Shao regresó, vio al guardia que estaba parado lastimosamente afuera de la puerta.

—Oye, ¿por qué estás parado aquí solo?—. El General del Protectorado de Derecha que estaba detrás de Jing Shao, sonrió, y se apresuró a preguntarle al guardia.

El flautista y el vaqueroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora