32: La Prueba del Emperador

32.2K 3.6K 1.4K
                                    

—Jing Chen fue emboscado en la zona fronteriza del suroeste—. El Emperador Hong Zheng tomó aquella carta que se encontraba en su escritorio y su mirada fue dirigida profundamente a Jing Shao.

—Mi Segundo Hermano Imperial, ¿está herido?—. Jing Shao preguntó en estado de shock, pero al ver la apariencia tranquila del Emperador Hong Zheng, se dio cuenta de que su hermano no debería haberse topado con algo que amenazara a su vida, y sólo entonces se calmó un poco.

El Emperador Hong Zheng cerró sus ojos y luego le entregó aquella carta que tenía en su mano. —Léelo por ti mismo.

Jing Shao abrió rápidamente aquel delgada hoja de papel, para llegar a hojear todos los educados caracteres escritos ahí y buscando ansiosamente que alguno de ellos indicara, que su querido hermano se encontraba "a salvo".

"... Afortunadamente, los guardias otorgados por el tercer príncipe, arriesgaron sus vidas para protegerme, Er Chen no sufrió daños graves y regresará a la capital dentro de unos días".

Al ver hacia aquella línea, Jing Shao dejó escapar un suspiro de alivio y luego la leyó nuevamente, pero ahora desde el principio, antes de devolver la carta a su padre imperial.

Lo que decía la carta era que la situación ya se estaba aclarando, y con respecto al asesinato, solo habían unas pocas frases. Pero con el tipo de temperamento que tenía Jing Chen, eso significaba que debía haber sido un hecho extremadamente peligroso, por lo que sabiendo eso, Jing Shao no pudo evitar apretar lentamente su puño. Si fueran las personas enviadas por Rey del Suroeste, quienes hicieron esto, y se dieran cuenta que no consiguieron su objetivo de atacar a la Familia Real, definitivamente regresarían con un nuevo plan de acción. El territorio del suroeste estaba a tres mil li de la capital, y no sabía qué peligros ocultos podrían haber en el camino. Mientras reflexionaba acerca de la gravedad de la situación, sus pensamientos daban vueltas salvajemente alrededor de su mente.

—Padre Imperial, a tres mil li, las montañas son altas y para llegar se debe pasar por un largo viaje. Esta persona será audaz y le pide al Padre Imperial que le permita llevar a una tropa de soldados y caballos para encontrarse con su Segundo Hermano Imperial—. Jing Shao se arrodilló en el suelo y dijo con seriedad.

—Jing Chen ya ha dicho que no hay problemas, sólo levántate—. El Emperador Hong Zheng se sentó en su trono, recogió a aquellas peticiones, que se encontraban en su mesa y comenzó a leerlas.

—¡Padre Imperial!—. Jing Shao se negó a levantarse. Era muy importante este tema, pero dejando de lado al Rey del Suroeste, quien nunca había dejado sus planes a medias, y ante los acontecimientos, que se han presentado, milagrosamente se fue en "paz", no pudo evitar creer que tal vez había sido alguien más el responsable de utilizar esos métodos clandestinos, y que en cualquier caso, convirtió al Rey del Suroeste en solamente su chivo expiatorio.

Después de esperar por mucho tiempo, el Emperador Hong Zheng miró al Jing Shao que todavía estaba arrodillado y suspiró con impotencia. —¡Este Emperador ya ha enviado a gente para que lo ayuden!

Sólo después de escuchar esto, Jing Shao se sintió aliviado. Los cincuenta soldados que habían sido enviados para proteger a su hermano seguramente todavía lo seguirían, y dado que esta peligrosa situación había ocurrido, ciertamente si lo hubieran querido abandonar a su hermano, ya lo hubieran hecho. Además, también estaban los hombres enviados por su Padre Imperial, por lo que a menos que algunos soldados y caballos fueran enviados descaradamente a perseguir al grupo para matarlos, ellos no deberían enfrentar ya más peligro.

Jing Shao salió del estudio imperial y se encontró con An Xian, el eunuco mayor más cercano al Emperador Hong Zheng, con un pequeño eunuco, quien estaba sosteniendo una bandeja. Parecía que acababan de salir de la sala de preparación de té y, al ver a Jing Shao, rápidamente se inclinaron hacia él en señal de saludo.

El flautista y el vaqueroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora