21: Una oportunidad

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Era raro que Jing Shao viera a Wang Fei perdido en sus pensamientos. Creyendo que esto era divertido, se acercó y aprovechó que la otra persona estaba desprevenida, para picotear con dulzura sus suaves labios ligeramente fruncidos.

—¡Ah!—. Mu Hanzhang se sorprendió y descubrió que era Jing Shao. No pudo evitar el no mirarlo. —¿Qué está haciendo Wang Ye?

—Es raro verte aturdido—. Jing Shao sonrió y se sentó a su lado. Zhi Xi sirvió sopa y preparó la comida para los dos, para luego retirarse.

Mu Hanzhang tomó el tazón de sopa y bebió un sorbo en silencio. Sintió que la sopa de esta noche tenía un sabor particularmente fragante.

—Jun Qing, ¿quieres aprender a luchar con un arma oculta?—. Jing Shao comió algunos bocados de comida. Cuando vio que Mu Hanzhang solo estaba bebiendo el plato de sopa, agarró un trozo de pescado y se lo dio.

—¿Una arma oculta?—. Mu Hanzhang lo miró con algunas dudas. —¿Cómo es que de repente pensaste en esto?

—Hay un héroe virtuoso en Jianghu, la gente lo llama el Fantasma de las Nueve Espadas—. Jing Shao sonrió y pensó en la apariencia de esa persona, ya que realmente parecía un fantasma. —Esta persona fue a mi otra residencia para solicitar un trabajo hoy.

Mu Hanzhang nunca había oído hablar de este Fantasma de Nueve Espadas. Sin embargo, si era un héroe famoso en Jianghu, ¿por qué quería ser solo un subordinado de Wang Ye? ¿Ese tipo de gente no se mantenía alejada de la corte imperial?

Jing Shao sonrió y, al ver que le gustaba esa sopa, le pidió otro cuenco. —Hoy en día, la población de Jianghu no puede ganar mucho dinero. Si estos héroes no están dispuestos a realizar algunas tareas que impliquen matar gente, entonces su vida estaría muy difícil sin dinero.

Cuenta la leyenda que hace unos cientos de años, la comunidad de artes marciales había sido realmente próspera. En ese momento, los líderes de las sectas de artes marciales podían incluso luchar contra la Corte Imperial. Sin embargo, hoy en día, esas artes marciales antiguas y únicas ya se habían extinguido. Los llamados expertos en artes marciales solo podían ser guardias imperiales del más alto rango, y solo a eso podían llegar. Además, la mayoría de los expertos altamente calificados aprobarían como candidatos militares en los exámenes provinciales imperiales, por lo que no quedaban muchas artes marciales verdaderas.

Sin embargo, todavía existían algunas personas talentosas que vivían entre los civiles, como el Fantasma de Nueve Espadas que se especializaba en las armas ocultas.

—Las armas ocultas son cosas con las que uno necesita haber entrenado desde una edad temprana, además, no puedo entrenar mi fuerza. Incluso si lo aprendo bien, el potencial de esas armas se reducirá enormemente—. Mu Hanzhang lo pensó, luego sacudió la cabeza y se negó a la idea.

Jing Shao asintió, pero en su corazón pensó en dejar que esa persona le hiciera algunas armas ocultas que se puedan usar sin necesidad de tener fuerza para así asegurar la protección de Jun Qing.

Después de la cena, los dos estaban sentados en la cama Luohan bebiendo té. Conversando, pero un sonido metálico resonó en la taza de Mu Hanzhang y de repente este cayó al suelo.

—¿Jun Qing?—. Jing Shao rápidamente dejó su taza y sostuvo la mano de Mu Hanzhang que aún seguía temblando. —¿Qué pasó?

—Yo... Estaba...—. La tez de Mu Hanzhang cambió mucho, y quería pararse rápidamente, pero sus pies se habían ablandado. Por lo que casi se cae, pero fue abrazado a tiempo por Jing Shao.

La respiración de la persona en sus brazos comenzó a hacerse corta y apresurada, y su frente también comenzó a brillar en sudor. Jing Shao estaba extremadamente ansioso y gritó lo suficientemente fuerte como para ser escuchado por afuera de la puerta. —¡Duo Fu, date prisa y ve a buscar un médico imperial!

El flautista y el vaqueroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora