25: Bebiendo vinagre

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—Mañana este Príncipe presentará una petición a su Padre Imperial; sin embargo, no te hagas ilusiones—. Jing Shao miró al cielo. Había llegado el momento de acompañar a su Wang Fei a cenar, así que dejó su taza de té y se levantó para irse.

—La gran amabilidad de Wang Ye, esta doncella se la agradece en nombre suyo y de todos los miembros de mi clan—. Ge Ruoyi se arrodilló en el suelo y se inclinó ante Jing Shao.

Jing Shao suspiró, se dio la vuelta y salió. El Rey del Sureste, al final, era solo un tirano local del Sureste, pero su Gran Ancestro le dio ese pedazo de tierra feudal en el Sureste, como vasallo, y le dio autoridad y control total sobre ella. Incluso si la Familia Ge sufriera una injusticia aún mayor, de acuerdo con los asuntos importantes en su situación actual, su Padre Imperial simplemente suprimiría este asunto. Pero las actividades que uno tenía que hacer aún seguirían su curso, la información que podría usarse contra el Rey del Sureste, aunque todavía no tuvieron la oportunidad de usarla, definitivamente en una futura ocasión sería absolutamente útil de saber. Ahora, sólo le informaría a su Padre Imperial, y así podría conseguir un mérito.

En estos pocos días copiando libros, Mu Hanzhang a menudo olvidaba la hora, por lo que Jing Shao se dirigió primero al estudio para encontrarlo. Pero no había ni una sola alma en el gran lugar, sólo se encontraba un libro copiado a medio terminar sobre la mesa, siendo arrastrado por el viento creando resoplidos por el ambiente. Jing Shao entró para cerrarlo y guardarlo, volviendo la cabeza al ver que debajo de la mesa habían varias bolas de papel, tomó una para ver que no había ni una sola palabra allí, sólo tres grandes manchas de tinta. Y no pudo evitar echarse a reír, seguramente Jun Qing copiando libros durante tanto tiempo también se había enojado. Mañana será mejor que los copie él mismo y deje que Mu Hanzhang se vaya a pasear.


—¿Dónde está Wang Fei?—. Incluso cuando Jing Shao llegó frente a la mesa del comedor, todavía no vio ni un rastro de su Wang Fei.

—Respondiendo a Wang Ye, Wang Fei dijo que no tenía apetito, así que regresó primero al dormitorio—. Yun Zhu respondió honestamente, sin responder con la excusa que Mu Hanzhang le había dicho que diera. En el corazón del joven Yun Zhu, el dulce Wang Fei claramente ya estaba muy profundamente triste, y por ello tuvo que inventar un conjunto de palabras para persuadir al humilde Wang Fei para que comiera primero. ¿Cómo podría haber tal razón en el mundo para una situación así?


—¿Sin apetito?—. Jing Shao frunció el ceño, se volvió y caminó hacia el dormitorio. Jun Qing siempre llegaba a comer a tiempo, y de un momento a otro ya no tenía hambre, ¿podría acaso estar enfermo?

Las habitaciones en la residencia alternativa incluían a un dormitorio y un jardín trasero, la piscina de aguas termales construida con un blanco mármol ocupaba la mayor parte de todo el patio. Un camino sinuoso de agua corriente se extendía bajo tierra, saliendo del loto de mil capas tallado en jade verde. Esta piscina de aguas termales era el lugar favorito de Jing Shao en toda la villa. Había una persona en especial, responsable de cambiar todas las plantas del terreno baldío junto a la piscina por las flores y plantas de cada temporada. En la actualidad, se plantaron varios melocotoneros pequeños y en este momento estaban floreciendo.

Mu Hanzhang yacía en la piscina solo mostrando la mitad superior de su cuerpo, extendiendo su mano para agarrar los pétalos de flor de durazno que flotaban lentamente alrededor de él. Su suave y nevada espalda se reveló sobre la superficie del agua, la densa niebla persistía en ella, haciendo que pareciera como si él realmente estuviera fuera dentro de una fantasía. Las gotas de agua brillantes y translúcidas que fluían a lo largo de las puntas de sus dedos, atravesaban el rojo de su palma, llevándose consigo un pétalo de flor de color rosa, mientras bajaba por las profundidades de la piscina.


El flautista y el vaqueroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora