Jing Shao miró fijamente sin comprender en estado de perplejidad por un buen rato, sin palabras. Los dos decretos imperiales eran completamente opuestos, el Padre Imperial le estaba diciendo que la lealtad significa la gloria y esplendor eterno, mientras que la codicia le traería una condena interminable.
—Tu Madre Imperial te nombró Shao, con la esperanza de que seas como los 9 capítulos de "Xiao Shao", y traigas buena fortuna y buena salud para Dachen—. El Emperador Hong Zheng suspiró. —Te vi crecer de un pequeño niño a un invencible príncipe, ¿qué tan infeliz está el corazón de este padre? Es sólo porque soy el Emperador de Dachen que tengo que pensar en la Nación, aunque sea el Emperador no puedo hacer todo lo que quiero, así que solamente espero que tus hermanos sean capaces de protegerse entre sí, ni tampoco defraudes a tu Madre Emperatriz.
—Padre Imperial...—. Jing Shao levantó su cabeza, sus ojos se enrojecieron un poco. Nunca había escuchado a su padre alabarlo tanto. Ha pasado por dos vidas, pero esta es la primera vez que escucha estas palabras.
—Con la falta de un corazón humano, al final, no son más que palabras codiciosas. Este Emperador en estos días ha estado mareado. Como si hubiera escuchado la llamada de Taizu, me desperté anoche, y releí las notas personales de Taizu, solo entonces me di cuenta que este Emperador ha desobedecido la intención de Taizu—. El Emperador Hong Zheng suspiró y sacó un panfleto amarillo de debajo de su almohada, se lo pasó a Jing Chen, su voz era incluso un poco más baja que antes, tan así que estaba jadeando levemente. —En el asunto de Huainan, debemos seguir los deseos de Taizu y no forzarlo.
Jing Chen recibió aquel panfleto y guardó silencio. Las notas escritas a mano por Taizu fueron guardadas para el siguiente Emperador de la dinastía de Dachen que los cuidaría. El Padre Emperador se los daba a él, lo que significa que no hace falta que decir más.
El Emperador Hong Zheng hizo un gesto con su mano y el Ministro de Ritos abrió el tercer decreto, pero esta vez no lo comenzó a leer como los anteriores, sin obstáculos. En cambio, pausó cada palabra y fue muy cauteloso.
—Rui Wang Jing Chen, sabio y benévolo, sigue el Mandato del Cielo, y con los corazones de la gente, al dominar todo el gran Imperio, sucederá al Emperador ascendiendo al trono como Emperador.
Jing Chen aceptó en silencio el edicto y, golpeó tres veces su cabeza en el suelo para ofrecer respeto al Emperador Hong Zheng.
—Este Emperador te entrega los ríos y montañas de esta Nación, al tomar los mandatos de Taizu como norma, sé un trabajador político, ama a la gente, y sé constantemente juicioso de ti mismo—. La voz del Emperador Hong Zheng se volvió cada vez más débil, y estrechó la mano de Jing Chen en su palma. —Jing Shao es tu propio hermano menor. Si después cometes algún error, aún recuerda que él, hoy con su sentimiento de hermandad, se encargó de protegerte detrás de su cuerpo.
—Este hijo sigue el mandato—. Jing Chen tampoco era capaz de aguantarse, pero sus ojos ya estaban rojos.
—¡Padre Emperador!—. Jing Shao no pudo soportarlo más, se acercó y se inclinó sobre la cama. No hay padre en el mundo que no ame a sus hijos, pero el corazón de su padre solo ahora él puede entenderlo. En la vida anterior, su Padre Imperial lo toleró una y otra vez, y lo mantuvo con vida...
—Protejan cuidadosamente la herencia de los antepasados, y tanto este padre emperador y la madre Emperatriz van... A mirarlos bien...—. La voz del Emperador Hong Zheng gradualmente se hizo más ligera, como si pensara en la gentil y digna Emperatriz Yuan, así, las comisuras de sus labios muestran una sonrisa.
En el año 16 de Hong Zheng de Dachen, el Emperador Hong Zheng murió en el Palacio Imperial a la edad de cuarenta y ocho años.
—¡Padre Emperador!—. Jing Shao agarró la cobija, incapaz de dejar de gritar y llorar. Las colinas se derrumbaron, y su padre falleció, incluso si se había hecho todo lo posible, no se puede luchar contra el mandato del cielo.
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El flautista y el vaquero
RomanceLa esposa es lo primero, el país es lo segundo y el marido es de menor importancia. Toda su vida se la pasó montando un caballo de guerra y cumpliendo meritorios servicios militares. ¿Pero cuál fue el resultado? Al final, fue dejado de lado una vez...