97: Informe de batalla

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—¡Desde que el pequeño cuarto hijo se fue, el Príncipe no ha vuelto a poner un pie en este patio!—. Dijo Madam Xiao sin preocupación de que alguien más la escuchara.

La Marquesa del Sur de Ding la miró con atención y no pudo evitar fruncir el ceño. La Señorita Xiao solía ser muy inteligente, pero ahora cuando se quejaba de esta manera tan despreocupada, su tono le daba la apariencia de una mujer que estaba demasiado agraviada. Aunque ella no se quería preocupar por eso en su corazón, después de todo, la familia del Marqués del Sur y Rui Wang se encuentran involucrados y ninguno de ellos puede huir de su unión. Pero si esta joven de influyente familia llegara a perder su poder, incluso si Jing Chen ascendiera al trono en el futuro, ellos no obtendrían ni el menor beneficio de ello. Pensando en eso, no pudo evitar poner su rostro más helado: —Todo esto ha pasado por tu culpa.

Al escuchar esto, Madam Xiao le dio a su madrastra una fría mirada: —Si Madre no tiene ningún problema, puede sólo regresar, me siento cansada.

—La Maestra que mencionaste se ha ahorcado en el Templo Biyun—. La Marquesa del Sur de Ding agarró el pañuelo que estaba en su mano y trató de calmar su respiración lo más tranquilamente posible.

—¿Qué?—. Los ojos de Madam Xiao se agradaron.

—Esa anciana Mo Bei usualmente engaña y miente para comer y beber en la Residencia del Marqués, pero eres tú quien más le cree. Ahora que tu cuarto hijo se ha ido, debió temer que el Príncipe la culpe, por lo que antes de ello, se suicidó—. La Marquesa del Sur de Ding respiró hondo y dijo: —Sé que no puedes escuchar lo que dije, así que sólo te aconsejo, aunque eres la Wang Fei de Rui Wang, sin el favor del Príncipe. ¡No eres nada!—. Al ver el rostro de Rui Wang Fei, se levantó y se fue.





En el camino de regreso, la Marquesa del Sur de Ding, todavía estaba enojada. Ella misma había nacido de una concubina, y debido a que la anterior Marquesa del Sur de Ding era hija de la Primera Esposa, ella sólo pudo llegar a ser la Esposa Secundaria en la familia del Marqués con el fin de llenar la Residencia, en ese entonces. Por ello, lo que más le disgusta, son las personas que culpan inmediatamente de la extraña mala suerte a los hijos de las concubinas y a las concubinas por los hijos de la Primera Esposa.

—Madam, si Wang Fei se ve así, y el corazón de su Alteza Real se enfría, ¿qué se puede hacer?—. Cuando la sirvienta a su lado notó que la Señora estaba enojada, inmediatamente después empezó a hablar una y otra vez sobre lo que se viene para el futuro de Rui Wang Fei.

—Si todavía tiene un rastro de razón, debería de traer rápidamente al hijo de la concubina para que pueda ser criado allí—. La Marquesa dijo algunas palabras sin mencionar nada más. Y sólo se burló en su corazón. Esa hermana mayor suya había enseñado por un tiempo a su hija a cómo manejar su hogar, pero aún así ella trató al hijo de la concubina con la misma errónea actitud.





Jing Shao llevó a su Wang Fei de regreso al Palacio, y cuando el carruaje se detuvo, la persona en sus brazos ya había caído dormida. El conductor levantó la cortina, mientras el sol brillaba y las largas pestañas de aquella persona recostada proyectaron dos sombras. Ante ello, Jing Shao realizó un gesto para que todos guardaran silencio, y tomó a la persona en sus brazos para salir con cautela del carruaje.

El clima ya era muy caluroso y, a pesar de que en el interior del carruaje se extendía un tapete de jade, los dos juntos aún sudaban. A Jing Shao no le importaba mucho, pero ahora que iría a llevarlo a dormir al interior de la habitación, él temía de que la otra persona sintiera calor, por lo que sólo lo sostuvo hasta después del corredor y lo dejó con suavidad encima de un sofá.

Mu Hanzhang se despertó tan pronto como sintió la suavidad y abrió sus ojos con lentitud.

—Duerme un poco más, te llamaré para el almuerzo—. Jing Shao tomó el paño húmedo que le entregó una sirvienta y se limpió la cara. Al ver que la persona en el sofá abrió sus ojos, también lo limpió a él.

El flautista y el vaqueroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora