47: La Aldea de Shanxia

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Los soldados tenían un largo camino que recorrer. Las tropas de élite de Jing Shao no traían a ningún equipo ni armadura pesada, y no todos eran de caballería. También trajeron ollas y sartenes, cuencos y utensilios, etc. Además, no iban muy rápido, por lo que el carruaje de Mu Hanzhang no los retuvo, y solo siguió al caballo de Jing Shao sin prisa durante todo el camino.

Ge Ruoyi simplemente se sentó en silencio frente al carruaje y sirvió té y agua para las personas que estaban adentro en cuanto lo necesitaran. Cuando llegó el mediodía, Jing Shao subió en el carruaje del asesor militar para descansar un poco. Mientras que el general del protectorado de derecha estaba tomando vinagre*, y a menudo robaba la posición del conductor. De esta manera, podría acercarse a la hermosa doncella del asesor militar. Sin embargo, fue en vano, ya que Ge Ruoyi siempre respondía a sus diez preguntas con solo una sola frase. Además, la curiosidad del general del protectorado de derecha sobre los orígenes del asesor militar siempre estuvo en su mente, pero ni siquiera fue capaz de hablarle mucho a Ge Ruoyi.

—Es la sirvienta del asesor militar, por supuesto que puede guardar secretos mejor que tú—. El general del protectorado de izquierda le dio una palmada en el hombro al desanimado general del protectorado de derecha.

—Pequeño compañero, ¿me estás consolando?—. El general del protectorado de derecha le lanzó una mirada de reojo.

—Naturalmente—. El general del protectorado de izquierda se volvió inexpresivamente y montó a su caballo antes de continuar su camino.

Después de pasar más de diez días de esta manera, llegaron a la Cordillera Dahang. Las montañas interminables les bloquearon el camino y tuvieron que tomar un desvío de más de 100 li. Jing Shao les ordenó que establecieran un campamento por ahora, y continuarían al día siguiente.

—La formación de una sola línea es débil tanto en ataque como en defensa. Una vez que encontremos al enemigo, ¡solo podremos quedarnos allí y recibir una paliza por ellos!—. En la carpa central, Zhao Meng señaló al mapa de formación militar.

—¡Pero no podemos marchar rápidamente por el camino de la montaña sin una formación de una sola línea!—. El general del protectorado de derecha señaló al mapa topográfico.

—¿Por qué están peleando?—. Después de la cena, Jing Shao entró con el asesor militar. Y al ver a los dos hombres discutiendo con rojizos rostros y abultados cuellos, dirigió su pregunta al inexpresivo general del protectorado de izquierda, que estaba al costado de la pelea leyendo en silencio un libro sobre el arte de la guerra.

—Respondiendo a Wang Ye, están discutiendo sobre cómo atravesar el camino de la montaña en el suroeste—. Le dijo el general del protectorado de izquierda.

Jing Shao era muy consciente de que su viaje se vio obstaculizado por la cordillera Dahang con la que se habían encontrado hoy. Les tomaría más tiempo escalar las montañas que hacer un desvío debido a todos sus soldados y caballos. Por lo tanto, habían optado por buscar dicho desvío, pero había colinas por todas partes en el suroeste y era imposible el no atravesarlas. Por lo que solo podían tomar el camino de la montaña, pero el cómo lo harían era ahora un problema importante.

—Asesor militar, díganos, ¿qué ejército no usa una formación de una sola línea cuando va a pasar por una carretera de las montañas?—. El general del protectorado de la derecha arrastró a Mu Hanzhang para mirar el mapa topográfico del suroeste en la mesa. La mayoría de los senderos de montañas eran estrechos y cualquier otro tipo de formación definitivamente no funcionaría.

—No dije que no podamos establecer una formación en línea; es solo que si el enemigo nos tiende una emboscada en el camino de la montaña, solo podremos quedarnos allí y esperarnos a recibir una paliza, ya que la formación en línea es débil en el centro. ¡Por eso dije que deberíamos enviar a un grupo de tropas por adelantado para despejar el camino!—. Zhao Meng tenía miedo de ser malinterpretado y se explicó rápidamente.

El flautista y el vaqueroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora