No fue sino hasta dos días después que la Marquesa del Norte se dio cuenta, a partir de las felicitaciones de las muchas duquesas y marquesas que se acercaron a visitar a la residencia del Marqués del Norte, ¡que toda la capital ya se había enterado de aquel rumor! Ella estaba extremadamente enojada, pero no podía hacer nada al respecto, por lo que solo llamó a la tercera tía de Mu Hanzhang para que se presentara ante ella para poderla regañar severamente
—Cuñada, ¡no se me puede culpar solo a mí!—. La tercera madam sollozó y gritó con una voz ligeramente aguda. —¿Acaso usted no estaba feliz por la pequeña Suzhi? Solo hablé de eso con las pocas sirvientas que tengo; pero también habían varias personas presentes ese día que usted lo comentó, por lo que... ¡No necesariamente he sido yo! ¿Por qué me culpa a mí?
—¡Y aún te atreves a preguntar! Dejé en claro tantas veces ese día que no divulgaran nada públicamente por el momento, e incluso si uno está seguro de su éxito, ¡todavía nada está dicho! Para negar que no eres tú... Eres realmente... Ese día, una vez que saliste, simplemente comenzaste a hablar, ¡como si temieras que otras personas no lo supieran!—. La Marquesa del Norte tembló de la ira. En igual manera si es que tenían éxito para concebir esta unión como si no, sin duda ella pasaría una gran vergüenza. La Marquesa del Norte temía que si la Emperatriz se llegara a enterar de este rumor, ya que pensaría que la casa del Marqués del Norte era bastante superficial y, por lo tanto, no guardaría una buena impresión de Suzhi, lo que en realidad podría hacer que esta unión fracasara antes de haberse establecido.
Aquella tía, esposa del tercer hermano del Marqués del Norte, detuvo sus lágrimas al escuchar esto e inmediatamente dijo con frialdad. —¡Cuñada, incluso si no estaba en lo cierto sobre este asunto, no deberías usar este tono para sermonearme!—. No había distinción en cuanto al rango entre las esposas de los hermanos. Simplemente no podía soportar ver lo complacida que parecía Madam Du. Y su propio marido también era hijo del viejo Marqués. Por lo que, ¿cómo es posible que solamente Suzhi pudiera casarse con un príncipe, y su hija no?
Sin mencionar el hecho de que la Residencia del Marqués del Norte siempre estaba sumergida en un humo de conflictos, por lo que cuando la joven hija del Duque Mao volvió a entrar al palacio imperial después de unos días, la Residencia del Marqués explotó en un caos. Más aún cuando resultaba que aquel bolso bordado que la Emperatriz le había dado a esa señorita, estaba lleno de tabletas de jade.
—El bastardo del Marqués del Norte ya está casado con Cheng Wang, y ahora también ella quiere casar a su hija con el cuarto príncipe. ¿Cómo es que puede haber tanta suerte en este mundo—. Dijo la Duquesa Mao a la Condesa, esposa de Yong Chang.
—¿No es porque tiene miedo de que ese bastardo sea demasiado inteligente, y además su esposo haya amenazado a su hijo mayor, por lo que se está apresurando a casar a su hija? Ahora esto tiene sentido; ¡solo ha levantado una piedra y la ha dejado caer sobre su propia voluntad!—. La Condesa, esposa de Yong Chang dijo con una sonrisa. —Claramente nuestras dos familias estarán aún más unidas en el futuro.
—¿Acaso quedan dudas al respecto? ¡En el futuro habrán aún más razones para ir a tu casa y jugar mahjong!—. La Duquesa Mao continuó su charla entre sonrisas. El Conde Yong Chang era el hermano menor de la Emperatriz, por lo que ambos eran hijos de la misma madre. Si la joven hija de la Duquesa Mao se casara con el cuarto príncipe, las dos familias ciertamente estarían muy unidas.
Hoy, la Marquesa del Sur había invitado a las esposas de los funcionarios a que vinieran y apreciaran a las flores de peonías, que ya habían brotado en su gran jardín.
—¿Por qué no va a venir la hermana Du?—. La Marquesa del Sur era la esposa del segundo hermano, y era la más joven de todas.
—Ella, me temo que no podrá venir en los próximos días—. La Condesa, esposa de Yong Chang sonrió cubriendo su boca con un suave pañuelo. —¿La Esposa del segundo príncipe ha regresado recientemente a la casa de su madre?
ESTÁS LEYENDO
El flautista y el vaquero
RomansLa esposa es lo primero, el país es lo segundo y el marido es de menor importancia. Toda su vida se la pasó montando un caballo de guerra y cumpliendo meritorios servicios militares. ¿Pero cuál fue el resultado? Al final, fue dejado de lado una vez...