27: Un dolor de cabeza

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Tarde o temprano iba a comenzar la lucha por los tres territorios vasallos. La oportunidad adecuada que el Emperador Hong Zheng esperaba aún no había llegado, solo porque no habían todavía motivos razonables para realizar alguna acción. El sólo hecho de robar y asesinar a una familia civil no fue en absoluto suficiente para proponer su retirada de la tierra vasalla. En su vida anterior, debido a que Jing Shao se encontraba en peligro, mientras luchaba en las regiones de Yunnan y Tibet, el Emperador Hong Zheng le ordenó al Rey del Suroeste que enviara tropas para reforzarlo.  ¿Cómo podrían haber sabido que el Rey del Suroeste que debido a las escasas cosechas y habiendo sufrido desastres naturales, haría que la corte imperial pagara primero las provisiones del ejército antes de proporcionar algunas tropas, provocando que el Emperador se enfureciera, y se atreviera a mandar un decreto imperial para la devolución del territorio feudal? En ese momento, Jing Shao, quien había invertido mucho esfuerzo y acababa de derrotar a los bárbaros del sur, aún no podía regresar a la capital, y fue decretado imperialmente para comandar el ejército e ir al oeste, para luchar directamente en contra del territorio vasallo del suroeste.

En esta vida, ya no había necesidad de que él fuera a hacer esfuerzos sin obtener nada de esa desordenada campaña contra la caótica rebelión bárbara del sur. Cuanto antes comenzara la guerra contra los tres estados vasallos, mejor. Jing Shao estaba reflexionando profundamente encima de su caballo, y por lo tanto, cuando salió de sus pensamientos, Xiao Hei ya había cabalgado de alguna manera hacia el Segundo Palacio Imperial.


—Desvergonzado, aún sigues pensando en la hierba fresca de la residencia de mi hermano—. Jing Shao tiró de las orejas de Xiao Hei, encontrando divertida su inesperada llegada. Ir al Palacio del Segundo Príncipe tan pronto como saliera del Palacio Imperial seguramente despertaría sospechas. Mientras retrocedía a su caballo para regresar, se topó con Jing Chen, quien acababa de volver después de salir de servicio.

—¿Qué estás haciendo parado frente a mi puerta? ¿Por qué no entras?—. Jing Chen se bajó de su carruaje y vio a su hermano menor, quien ya estaba cansado de tirar ligeramente de la oreja de su caballo frente a la puerta. Así que como hermano, sintió como si hubiera perdido la cara y no pudo evitar fruncir el ceño. El único hombre de la capital que se atrevería a soltar su caballo en medio de la calle era este hermano menor suyo que le causaba un sinfín de preocupaciones.  Y esta vez estaba actuando así frente a su propia puerta. ¿Podría ser que ya había ocasionado otro problema?

Jing Shao se bajó de su caballo, para después rascarse la cabeza y decir. —Quería encontrar a una persona con quien ir a beber, inconscientemente he montado a mi caballo hasta el frente de la puerta del hermano mayor.

Jing Chen lo fulminó con la mirada: —Ahora que has crecido, aún sigues pensando en montar a caballo y beber vino. ¡Qué inmaduro!

Jing Shao sonrió y le dio el caballo al criado de su hermano mayor para que se lo llevara, y caminando junto a su hermano, mencionó: —Vamos al restaurante Huiwei, está muy cerca de aquí.

Jing Chen se masajeó la frente, dejando que el conductor de su carruaje regresara a su residencia, y se fue caminando a pie con Jing Shao hasta el restaurante Huiwei.

Todavía no era hora de comer, y por ahora no había mucha gente en el restaurante Huiwei. Así que Jing Shao le pidió al jefe Zhou, quien hoy estaba vestido completamente con una seda roja sombría, una habitación privada.

—¿Sabes quién es este Zhou Jin?—. Jing Chen, quien había observado la manera extremadamente familiar en la que esos dos interactuaban, y no pudo evitar arrugar su frente.

—Por supuesto que sé quién es—. Jing Shao sirvió una taza de té para su hermano mayor, y continuó: —Xiao Yuan es justo, honesto, y no es inflexible con su servicio a la gente. Y el hermano mayor Zhou puede irse también para nuestro lado.

El flautista y el vaqueroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora